Son las seis de la mañana, trabajando en bomberos, descansando (en bomberos no se duerme se descansa, o se intenta descansar sería mejor decir). Suena la alarma: tanque ligero y ambulancia, auxilio persona. Quizás la más típica de las salidas en Bomberos Barcelona (rescates de personas ancianas, o no, que no pueden moverse o que tienen movilidad reducida, entre otras).
Llegamos al piso, un séptimo. El acceso más fácil es a través de la fachada, así que montamos las instalación de cuerdas y, en el susosdicho caso, me toca a mí descolgarme e introducirme por el balcón. La persiana está bajada del todo. La fuerzo y la subo. La puerta está cerrada. La fuerzo y la abro. Lo fuerzo todo. Empiezo la búsqueda: en teoría hay una mujer de 90 y pico años tirada en el suelo y que no puede moverse. Digo en teoría por que en bomberos todas las informaciones son "en teoría" ya que normalmente lo que sabemos antes de llegar es poco y habitualmente erróneo.
Empiezo a buscar: ...¿hay alguien?... somos los bommmmmmmmmmmmberos y estamos requetebien rellenos de chocolate y crema de cacahué... lo típico pero sin parafrasear el jingle de los Conguitos... Encuentro a la mujer tirada en el pasillo, está consciente y parece que todo benne. Le pregunto por las llaves de la casa, si sabe dónde están (la función primordial del bombero que entra en el piso es siempre abrir la puerta, ya que sea lo que sea solo no lo va a poder hacer, tiene que habilitar el acceso al equipo médico). Así que lo primero que haces es mirar si están puestas en la puerta, que no era el caso. Me responde que no sabe dónde están... Dónde están las llaves matarilerilerile dónde están las llaves matarilerileló...
Como veo que las llaves no aparecen y la casa tiene más puertas que el Castillo de Drácula le comunico al caporal por la emisora que envie a otro compañero por que no va a ser tarea fácil. Hay muchas historias de éstas en las que estás media hora buscando, mientras siete u ocho personas esperan en la puerta de la casa, y al final estaban puestas en la puerta, o dentro de la nevera, o en un bolso que tenía una persona muerta y eviscerada justo al lado y manchado por todos los humores y visceras... No hace falta dar detalles escabrosos ni escatológicos, no es el tenor de esta serie de escritos. Quedémonos con los cómico.
Así que llega Martín, uno de los veteranos del turno y que tiene más tablas que el somier de Falete, y nos ponemos a la incesante búsqueda y captura de las llaves. Abrimos todo lo "abrible" y miramos todo lo "mirable". Nothing de nothing. Rien de rien. Nada de nada. En una de esas se me enciende la luz y le vuelvo a preguntar a la mujer (que estaba completamente lúcida). NO, me responde. Tengo un pálpito y me huele a chamusquina. Le empiezo a mirar así de soslayo por los bolsillos de la bata (era muy muy muy desconfiada) y nada. De repente veo que de su mano sale un lazo blanco que abarca varias llaves. ¿Señora tiene usted las llaves de la casa en su mano?. NO. !SEÑORA! (no me toque los huevos, pienso). Están llaves no son de la casa, me dice, con el puño cerrado con Superglue. No, son las llaves de la caja de Pandora, no te jode, pienso.Va por favor, déjeme las llaves. NOOOOO. Ok, pues nos iremos y sientiéndolo mucho la tenemos que dejar aquí ya que no puede entrar el enfermero para examinarla. Se calla. Martín, que estaba a los pies de la señora se pone a hablarle en catalán, cosa cómica para mí ya que era la primera vez en más de una año que le oía hablarlo (toda la escena transcurría en catalán) Se acabó, pienso, voy a tocar el botón rojo. Meto un dedo por el lazo mientras le hablo a la cara para despistarla (no quería ponerme muy violento con una mujer de casi un siglo que llevaba horas tirada en el suelo). Pillo bien el lazo y, 1, 2, 3 !zas! y le pego un tirón que casi le arranco la mano y el brazo. Y una mano de casi un siglo es Patrimonio Nacional. Mascullo: lo siento señora, lo hago por su bien, y eso es un argumento apodíctico. Ella dice mirando al techo: VEUS, JA ME LAS HA TRET!!!! (ves, ya me las ha quitado)
Con las llaves en la mano abrimos la puerta para que entre el enfermero y toda la peña de la espardenya. Comienza el protocolo médico de rigor: tomar tensión, pulso, poner pulsioxímetro etc etc... La señora tenía tooooA la guasa en lo alto. 92 años de piba. Que si cuánta gente, que si se encuentra bien, que si que se vayan todos, que si que se queden, que si que se vayan y tal y tal. Molt eixerida tota ella. Me explica alguna historia de su marido, la foto del cual estaba allí en una mesita, todo un galán. Que si le engañaba con otras allí mismo en su cama, que si patatín que si patatán. Al rato, sentada en una silla, me dice: ¿ME ESTÁ MIRANDO LAS PIERNAS? AQUÍ HI HA MOLTA CUIXA(aquí hay mucha pierna en castellano) . Con 92 tacos... !!!me dice que si le estoy mirando las piernas y se tapa con la batita!!!... Coquetería extrema. Cada vez voy entendiendo más por que nos gustan las jóvenes...
Ella sigue hablando sin parar, alegre al fin y al cabo de ver tanta gente en su casa (suele pasar en este tipo de personas que pasan meses sin bajar a la calle...) y en una de esas suelta: !!AQUÍ HAY MUCHO HOMBRE GUAPO!!, de golpe. Gracias señora. Al final nos hicimos muy amiguitos y me dio un sabio consejo: NO ET CASIS MAI (no te cases nunca), después de explicarm las historias de su difunto marido. Muy cómica esta señora-sargento de las COES.
Recogemos los bártulos y la ambulancia se la lleva al hospital para un chequeo. Buena suerte señorigna.
Montamos en el camión, pillamos calle València, Bilbao y para casa ;)
Síntesis: cada vez me gusta más ser bombero, cada guardia hay una sorpresa esperándote detrás de cualquier puerta... ;)
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