Las siete grandes leyes mentales
PRIMERA
LEY DE LA SUSTITUCIÓN
Esta
ley dice que la única manera de librarse de cierto pensamiento es
sustituirlo por otro. No se puede descartar directamente un pensamiento.
Sólo puede substituírselo por otro. En el plano físico no ocurre así,
se puede dejar caer un libro o una piedra abriendo sencillamente la mano
y soltando el objeto, pero en el pensamiento, ese recurso no funciona.
Si quiere suprimir un pensamiento negativo, la única forma de
conseguirlo consiste en pensar en algo positivo y constructivo, es como
si, digamos, para dejar caer un lápiz, fuera necesario poner una pluma,
un libro o una piedra en su mano cuando el lápiz caiga.
Cuando
lo invaden pensamientos negativos, no los combata, sino piense en algo
positivo. ... a veces los pensamientos negativos parecen asediarlo con
tanta fuerza que no puede superarlos, eso se llama un acceso de
depresión, o de preocupación, o tal vez, un arranque de cólera. En ese
caso, lo mejor es buscar a alguien con quien hablar de cualquier tema o
distraerse, ir al cine o al teatro, o leer un libro interesante, una
buena novela una biografía, o una crónica de viajes o algo así. Si se
pone a combatir la marea negativa, lo que obtendrá, probablemente, será
incrementarla.
Preste
atención a algo muy distinto, negándose resueltamente a pensar en la
dificultad o a recrearla y, más tarde, después que se haya alejado
completamente del problema, puede regresar con confianza y afrontarlo
mediante un tratamiento espiritual.
SEGUNDA
LA LEY DE LA RELAJACIÓN
En
todo trabajo mental, el esfuerzo se derrota a si mismo. Mientras más
esfuerzo realice, menos resultados obtendrá. Esto, es lo opuesto a lo
que encontramos en el plano físico, pero no nos sorprende porque en
muchos casos, las leyes de la mente son el reverso de las de la materia.
En
el plano físico, generalmente, mientras más esfuerzo se realiza, mayor
es el resultado. Mientras más fuerza se aplica a un taladro, más rápido
se logra un agujero, mientras con mayor fuerza se martilla un clavo, más
rápidamente penetrará la pared. Exactamente lo contrario ocurre con el
pensamiento.
Cualquier
intento de presión mental está destinado de antemano al fracaso porque
en el momento en que comienza la tensión, la mente deja de funcionar con
creatividad y se limita a trabajar según el viejo molde habitual.
Cuando uno trata de forzar las cosas mentalmente, cuando uno trata de
apresurarse mentalmente, sencillamente detiene su poder creador. Para
que la mente vuelva a ser creativa, hay que suprimir su tensión mediante
un relajamiento consciente.
En todo trabajo mental, sea relajado, apacible y no se apresure, pues el esfuerzo se derrota a sí mismo.
TERCERA
LEY DE LA ACTIVIDAD SUBCONSCIENTE
No
bien el subconsciente acepta cualquier idea, de inmediato trata de
llevarla cabo. Utiliza todos sus recursos (que son mucho mayores de lo
que se suele suponer) para ese fin. Utiliza todo ápice de conocimiento
que uno haya acumulado, la mayor parte del cual se ha olvidado por
completo, para conseguir su propósito. Moviliza los numerosos poderes
mentales que uno posee, la mayoría de los cuales uno nunca emplea
conscientemente. Aprovecha la energía ilimitada de la mente. Alinea
todas las leyes de la naturaleza a medida que éstas operan tanto dentro
como fuera de usted para obtener lo que persigue.
A
veces consigue inmediatamente su objetivo. A veces le toma un poco más
de tiempo; otras veces, mucho tiempo, dependiendo de las dificultades
que haya que superar. Pero si el objetivo no es completamente imposible,
el subconsciente lo logrará, una vez que acepte la idea.
La
ley se cumple tanto con las ideas buenas como con las malas. Esta ley,
cuando se utiliza negativamente, provoca enfermedades, problemas y
fracasos; cuando se utiliza positivamente, genera salud, libertad y
éxito. La armonía es inevitable cuando nuestros pensamientos son
positivos, constructivos y generosos.
Lo
único que hay que hacer pues, es conseguir que el subconsciente acepte
la idea que queremos reproducir, y las leyes de la naturaleza harán el
resto: producirán el cuerpo sano, las circunstancias armoniosas, la
carrera exitosa. Nosotros damos las órdenes; el subconsciente hace el
trabajo.
CUARTA
LA LEY DE LA PRÁCTICA
La
práctica conduce a la perfección. Ese familiar proverbio encierra una
de las grandes leyes de la naturaleza humana, la cual - como es una ley -
nunca, bajo ninguna circunstancia, se viola.
Para
ser hábil en cualquier campo, es preciso practicar. Sencillamente, no
hay logro sin práctica, y mientras más se practique, siempre que se haga
inteligentemente, mayor será la pericia y más pronto se la obtendrá.
Esto se cumple en el estudio de la música, de un idioma, cuando se
aprende a nadar, a patinar, a esquiar o a volar. Se cumple en todo
aspecto imaginable de la actividad humana. La práctica es el precio de
la pericia.
En
la vida comercial, y en cualquier clase de administración o dirección,
la experiencia es la forma que adquiere la práctica; una vez más es la
práctica la que conduce a la perfección. De ahí que, si otros aspectos
son iguales, se suele escoger a una persona mayor para puestos de
responsabilidad, y no a una persona más joven.
En
la metafísica los efectos de esta ley, son particularmente
impresionantes. El control del pensamiento es por completo cuestión de
práctica inteligente. Pero observen que he dicho práctica inteligente.
Forzar algo con violencia no es práctica inteligente, al igual que no lo
es la lentitud monótona.
La
práctica es el secreto del logro. Podemos parodiar a Dantón y decir:
¡Práctica...! ¡Y más práctica...! ¡Y todavía más práctica!
QUINTA
LOS DOS FACTORES
Todo
pensamiento está integrado por dos factores: el conocimiento y el
sentimiento. Un pensamiento está integrado por una porción de
conocimiento con una carga de sentimiento y es solo el sentimiento el
que da poder al pensamiento. Por importante o magnífico que sea el
contenido de conocimiento, si no está vinculado a un sentimiento, no
pasará nada. Por otra parte, por poco importante o insignificante que
sea el contenido del conocimiento, si hay una carga de sentimiento, algo
pasará.
En
la naturaleza, el pájaro simboliza esta ley natural. Un pájaro tiene
dos alas, ni más ni menos, y las dos deben funcionar para que pueda
volar.
No
importa que el contenido de conocimiento sea correcto o no, mientras
uno crea que es correcto, recuerde que lo que importa es lo que creemos
de verdad. Un informe sobre algo puede ser muy inexacto, pero si usted
lo cree, tiene el mismo efecto sobre usted que si fuera cierto; y ese
efecto, una vez más, dependerá de la cantidad de sentimiento que
contenga.
Cuando
comprendemos esta Ley advertimos la importancia de aceptar sólo la
Verdad concerniente a la vida en toda la fase de nuestra experiencia. No
hay duda de que: "Conoced la Verdad, y la Verdad os hará libres." Ahora
comprendemos por qué los sentimientos negativos (el miedo, la crítica,
etc.) son tan destructivos y por que una sensación de paz y de buena
voluntad constituye un enorme poder de curación.
SEXTA
AQUELLO EN LO QUE UNO PIENSA, CRECE
Aquello
en lo que uno piensa, crece. Esta es una máxima oriental, y resume las
mayores y más fundamentales de todas las Leyes de la Mente. Aquello
en lo que uno piensa, crece. Cualquier cosa a la que usted de acceso en
su mente, se magnifica en su vida. El sujeto de su pensamiento puede
ser bueno o malo; la ley funciona y la condición crece. Cualquier asunto
que usted mantenga fuera de su mente, puede reducirse en su vida, pues
lo que no se usa, se atrofia.
Mientras
más piensa en su indigestión o en su reuma, más se agravarán esos
males. Mientras más piense que usted está sano, que está bien, mejor
estará su organismo. Mientras más piense en las carencias, los malos
tiempos, etc..., peor andarán sus negocios; y mientras más piense en la
prosperidad, la abundancia y el éxito, dará a su vida una proporción
mayor de esos bienes.
Mientras
más piense en sus cuitas, o en las injusticias que ha sufrido, más
pruebas de ese tipo seguirá recibiendo; y mientras más piense en la
buena suerte que ha tenido, más buena suerte recibirá.
Esta
es la Ley Mental básica, fundamental, que lo abarca todo. En realidad
toda enseñanza psicológica y metafísica no es mucho más que un
comentario sobre esta Ley.
SÉPTIMA
LA LEY DEL PERDÓN
Es
una ley mental inquebrantable que uno tiene que perdonar a otros si
quiere superar las dificultades y lograr un verdadero progreso
espiritual.
Quizá
la importancia vital del perdón no sea obvia a primera visita, pero
puede estar seguro de que no es simple coincidencia que todo gran
maestro espiritual, comenzando por Jesucristo, haya insistido tan
enérgicamente en el perdón. Debe perdonar las injurias, pero no sólo de
palabra o como una cuestión formal, sino sinceramente de corazón; así
es. Usted no perdonará por el bien de otra persona, sino por su propio
bien. Para esa persona el perdón no significará gran cosa (a menos que
fije una serie de valores a partir del perdón), pero para usted tendrá
una gran significación. El resentimiento, la condena, la ira, el deseo
de ver a alguien castigado son cosas que corrompen su alma por muy
astutamente que usted disimule esos sentimientos, como esas cosas tienen
un contenido emocional más vigoroso de lo que cualquiera sospecharía le
afianzan sus problemas, los remachan. Lo encadenan a muchos otros
problemas que en realidad no tienen nada que ver con los agravios
originales.
Perdonar
no significa que usted deba simpatizar con el delincuente o que quiera
conocerlo, sino que usted debe desearle el bien. Usted, por supuesto, no
debe permitir imposiciones o malos tratos; debe librar sus propias
batallas, y librarlas con oraciones, justicia y buena voluntad no
importa que usted pueda olvidar las injurias o no, aunque si usted deja
de pensar en ellas, probablemente las olvide pero debe perdonar.
Del libro "Dale valor a tu vida"
Emmet Fox
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