domingo, 9 de junio de 2013

VIAJANDO POR COLOMBIA O CÓMO...




Viajando por Colombia "o de cómo" estar tomando unas birrillas en la playa de Taganga, zona caribeña, y acabar conociendo a una pareja, chicoychica, niñayniño, de locales. Gente bacana  utilizando el lenguaje del lugar. Nos invitan a ir a otra playa cercana a seguir la "rumba" ya que en Taganga la fiesta entraba en su ocaso, por si acaso. Porque no, nos decimos Jordi y el menda. Lerenda. Subimos en el coche, conduce ella. Bueno, conducir es una manera de hablar, claro. Lo único que le faltaba a la piba era cambiar de marcha sin pisar el embrague; aunque lo hizo un par de veces, supongo que para probar la dureza de los engranajes. Total, que vamos por la carretera, precaución querido conductor la senda es peligrosa (leer con el tonito que pertoca) y a lo lejos se ve un control de pUlicía. Dos o tres maderos separados a lo largo de la vía y un coche particular objeto del pertinente registro. Nos vamos acercando, no vamos muy rápido, para nada, pero la piba no hace ni el gesto de aminorar, y claro pasar por un control , a 40 ó 50km por hora pues... seguimos acercándonos, seguimos sin ir rápido pero sigue sin hacer el gesto de levantar el pie. Jordi y yo nos miramos y pensamos lo mismo, no hace falta que nos digamos nada, nos conocemos desde siempre. Los sincronizados pensamientos decían "¿¿¿parará, no????" Estábamos flipando, pero claro, todo era tan ràpido y los pedales estaban tan lejos de nuestras manos, o de nuestros pies que nada que hacer. Callar, ver, esperar. Callar, ver, esperar. El primer madero de la fila nos miraba. Nos tiramos encima del primer control, porque el verbo sería tirar no pasar, y el madero se gira. No podía creer que estuviéramos cruzando un control sin frenar y sudando de la pUlicía, hay que ser radical pero, vamos, no tanto. Así que pasado el primero a unos veinte o treinta metros está otro apoyado en la ventanilla de un coche. La piba seguía sin bajabar la velocidad y ya estábamos en la mitad del control. El último madero se incorpora y deja la ventanilla en la que estaba. Nos hace el gesto de parar mientras anda hacia la vía. Y ahora sí, en un gesto que aún hoy nos resulta difícil de comprender, la piba tuerce el volante pero no para el centro de la vía sino buscando la trayectoria del poli. Sin frenar claro. Pasamos a palmo y medio, no exagero, pensábamos que le daba. No dábamos crédito, como los bancos españoles a día de hoy. Así que seguimos por la vía después de casi atropellar a un pUlicía. Espérabamos luces  y ruidos de sirena. Pero nada. Nadie nos siguió. No sé que era más impresionante, el casi atropello  o que después de esto no pasara rien de rien. A-no-na-dan-te. El único frenazo de todo ese rato fue el que gastamos en los gallumbos. Poco más. 
Le comentamos a la piba, porque el novio o ya estaba acostumbrado o-no-sé-qué, que se le había ido un poco la olla, ¿no? Pero claro uno no tiene la percepción de que conduce tan mal o es tan inmensamente pájaro. Es lo que tiene el pajarismo que no se da cuenta uno mismo.

Así que seguimos echando unas risas en la nueva zona de fiesta. Pasamos unas horas más. Al volver les dijimos que mejor en taxi que no se preocuparan y tal y tal, pero entre lo pesados que se pusieron por devolvernos a casa y que no pasaba ni un puto taxi por allí pues bué. Arrieroa somos y en el camino nos encontraremos...  Tiramos por la misma vía por la que habiamos llegado. Y claro el mismo control. En la carretera ni un alma, only us. Nos vamos acercando y la piba se empieza a poner nerviosa, ya se le empieza a ir el volante, el novio que si mejor no pasar por lo que pueda pasar por lo que había pasado y total que aparece un desvío a la izquierda con un peralte de la hostia, peralte peraltón una montaña vamos, y la piba pega un volantazo en medio de la carretera y se mete en la calle que baja pero por el medio del desnivel. Si no se partió el chasis  poco faltó, porque el ruido que hizo creo lo escucharon hasta los maderos. Acojonaicos. Dejó el faldón de abajo en minifaldón. La mare que ens va parir. Otra vez sudando del control ya que obviamente nos habían visto. Pues nada, otra vez, ni se movieron. Ya no sabiamos si reir o llorar. Pero bueno, con la rafflesia en el culo dimos la vuelta, cambiamos la ruta y pudimos llegar sanos y salvos a casa. Aún no sé cómo, pero sí. Viajando-por-colombia-o-de-cómo-verse-en-un-fregao-que-pa-qué  ;)
Al día siguiente presenciamos una pelea entre dos conductores en las mismas narices de otros tres agentes, y ellos impertérritos mientras a un tipo le daban la del pulpo y el calamar con un casco de moto utilizado como arma arrojadiza. Hasta pasado un rato no se dignaron ni a moverse. Aún ando preguntándome cual es la función de la policía, bueno creo que la sé, pero eso ya es harina de another costal.


Viajando por Colombia o de cómo salir de fiesta por Medellín con mi hermano y Jordi, a rumbIar como se dice localmente, y acabar con una almendra del tamaño de una nuez. De estar por ahí dándolo todo y que llegue Jordi con la ultratrufa: nen, yo me piro que ya son las cinco. No, son las dos, nen, y aparte no sabes dónde vivimos!!!!! (en Medellín las direcciones son harto complicadas de memorizar estando serenos, imposible borrachos. Calle 49F 70C 24, del palo...) Ah, es verdad, me dice. Y se pira. Más peligro que Falete en el camarote de los Hermanos Marx. Cosas que pasan cuando uno va a lo fruto seco. Mi hermano por un lado, Jordi por otro. Al poco, aparece otra vez y me dice: ves a mirar que tu hermano la está liando mal en la barra. ¿Liándola?. La trufa de mi hermano sí que era preocupante. Voy para allí y me lo encuentro pegándole manotazos a la barra y diciéndole al camarero no sé qué. Todo un corrillo por al lado. Al parecer ha tenido una movida y le han sacado un puñal rollo cocodrilo Dundee. Que si que venga la pUlicía que si que si que si le decía al camarero. El poder de convicción de mi hermano en condiciones normales no es nada desdeñable. Que no, que no tete, que para casa corriendo que no estamos nosotros para movidas con cuchillos en Medellín. Que al encantador de cocodrilos y serpientes lo mató una manta raya hace poco. Sudando. Así que saliendo-corriendo del garito, montando en taxi y circulando... Viajando por Colombia-O-de-cómo- verse-en-un-fregao-que-pa-qué ;)

Viajando por Colombia o de cómo ver el preocupante ascenso de los mochileros tipo "paperboy" que pululan por los albergues y comen galletas Oreo y Doritos. Gorra  con visera atrás o en su defecto de lado, pantalones por debajo de los gallumbos y zapatillas raras. Indefectiblemente viene a mi memoria el archiconocido repartidor de periódicos de barrio de clase media estadounidense. Lo único raro es que no veo bicis aparcadas en la puerta ni periódicos por ningún lado. Suspicios. Viajando por Colombia-o-el-ataque-de-los-paperboys.

Viajando por Colombia o de cómo hacer el trekking a la ciudad perdida de los Tayrona, por la Sierra Nevada de Santa Marta, y acabar cagándose las patas abajo. Literal. El cuarto día algo comimos o bebimos en mal estado porque seis de ocho palmamos. Descomposición total. El primero en caer fue Jordi que durante una interesante charla con un indio Kogui mientras nos explicaba parte de su cultura y cosmogonía, y todo el mundo allí calladito y expectatante, se tuvo que levantar y salir corriendo como alma que lleva el diablo. El Kogui flipando: disculpa, pero tengo que salir corriendo sí o sí, ya tu sabeh. Viajando por Colombia-o de cómo correr-para-no-cagarse-encima.

Viajando por Colombia leyendo un libro de Claudio Naranjo o de cómo acabar encontrándomelo, a él personalmente, de persona personita personaza, de frente. Realismo mágico. Brutal. Ni García Márquez, y todo muy cerca de la tierra de Macondo, demasiado cerca. Llevaba todo el mes leyendo un ensayo del mismo y sabía que estaban celebrando un congreso de Gestalt en Cartagena, pero cuando me metí en un edificio pensando que era una charla sobre los derechos de la mujeres y me lo encontré de frente, de frente quiero decir que casi me choqué con él, me quedé medio shockeado. Casualidad, para nada, hace tiempo que no creo en ellas. No se topa uno con un sabio todos lo días, y menos de esa talla. Así que acabé quedándome a la última charla del congreso, conociendo gente más que interesante y más que simpática y luego ya por la noche me tocó colarme en la fiesta de despedida del congreso, a lo barriobajero. También más que interesante ya que además de charlas ilustrativas y enriquecedoras había ocho o nueve mujeres por hombre. No están mal las fiestas éstas de los congresos de la Gestalt, no, nada pero que nada mal ;) Viajando por Colombia o de cómo-flipar-y-tropezarse-con-Claudio-Naranjo. Casi ná. 

Viajando por Colombia o de cómo el único problema es quedarse. Qué buena gente hay por aquí coño.

Saluditos!!!

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