Corría el 2014 después del
Cristo y en una de esas tantísimas citas Tinder que tenía por aquel entonces me
cito con una fémina en el Arc del Triomf de Barsalona. Una de esas citas en las
que se te ha olvidado “un poquito” la cara de la piba, me explico (y soy
muyyyyy fisonomista, vaya por delante). Te pasan el teléfono por la app, la
añades al whatssapp, la borras de la app, la abres en el whatssapp y allí no
tiene foto de ella (buena señal pero una putada para el escrito que nos atañe).
Pasan un par de semanas que no puedes quedar y a las dos semanas cuadra.
Arc del Triomf, 8 post
meridian, Noviembre, con menos luces que el Castillo de Drácula. Allí nos
citamos. Mientras espero, soy un notas puntual, intento recordar
infructuosamente la filomena de la piba… que si era morenita… que si el pelito
a lo Mafalda… que si parecía alta… que si era veterinaria… Vamos que a mí en
aquella época tampoco es que me importara demasiado, tal era mi predisposición
hacia el sexo femenino. Miedo cero, palante.
Llega la hora convenida, la
piba no aparece. Y yo que voy más perdido que un pedo en un jacuzzi a cada piba
de +-25 años que aparece le pongo la cara de la susodicha y pienso ¿será
ella?... no se acerca, no es ella… será esa?, no tampoco… y esa, aún menos… Así
me pegué los quince minutos que llegó tarde. Todo más lento que una inyección
de Nocilla.
En esas que veo una que se
acerca con el paso algo más decidido, dubitativa, me mira, la miro, se sigue
acercando, nos seguimos mirando… Hola!!!!
Realmente para ser fisonomista no era exactamente como la recordaba,
pero de inmediato empezamos a hablar y tal y tal y bueno pues pongamos pies en
polvorosa de este lugar y vayamos a tomar algo. Le digo si conoce el lugar, le
digo que yo sí (tantas noches ya pisando alquitrán…) y enfilamos dirección
carrer Comerç. Habitaba en mí una sensación extraña e inefable, algo percibía
yo. Vamos caminando (caminaaaaando, caminaaaaando como diría Camarón) y me
dice:
-pues tienes más pelo en la
realidad que en las fotos?
-EING?
-Sí, sí, se te ve más pelo
así en vivo
-Vaya, pues no sé, la
verdad es que nunca me lo habían dicho (en 2014 el menda aún no había empezado a notar el embate del tiempo, rait nau en 2019 sí, la puta madre). Digamelón?
Cara de circunspección.
Todo sea dicho. Seguimos hablando y ya enfilamos Comerç dirección al Born. Que
si patatín que si patatán… Y de golpe, así sin avisar me suelta:
-Lo que sí no se te nota
absolutamente nada es el acento italiano!!
-
ajajjaajajajajajajajaajajajajajajajajajajaajjaajajajajajajajajajajajaajaj QUÉ?
-que no tienes ya acento
-ajajajajajajajajajaajajaj
qué acento ni qué acento!!!!!! Si yo soy más de Barcelona que Las Ramblas!!!!
Jajajajajaja no me
jooooooooooooooooodassssssssssssssss
La piba se empieza a reír a
saco, yo ya lo estaba haciendo desde unos 10 segundos atrás. Más hilarante no
podía ser la situación.
-Tú no eres Ana, cierto?
Ajajjajajajaj
-No, claro jaajjaajajajajajajajajajajajajaaj
-O sea que ahora mismo hay
un italiano y una veterinaria que nos están, o debieran estar, esperando under
the del Arco.
Se podría haber seguido,
ciertamente, pero decidimos volver y dar la cara antes nuestras tindercitas.
Llegamos, nos despedimos, nos miramos y fuimos cada uno en busca de su
respectiva pareja. Muy curioso todo, anécdotas que le van pasando a uno en la
vie.
A mí me fue fetén con la
veterinaria le deseé lo mismo con el italiano.
Fin de la historia, dijo
Fujiyama.
SaluD
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