martes, 25 de octubre de 2011

CRÓNICAS ETÍOPES III




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Pues nada, salgo del garito con las griegas y para el hotel. Fue durante este trayecto cuando me tocó vivir el único momento “tenso” del viaje. Solo un poco, pero tenso al fin y al cabo. Aquí las calles se sumen en una oscuridad casi total a partir de las 19, muy escasas bombillas, incandescentes, alumbran los pedregosos camino. En cualquier fiesta siempre hay un pesado borracho que tiene que tocar los cojones, y como no en ésta también lo hubo. Éste se centró en una de las griegas, ya dentro del bar, y al salir nos siguió y apareció en medio de un callejón agobiando a una de ellas. No se lo podían quitar de encima y empezaban a estar un poco asustadas (luego me comentaron que el día anterior también las había seguido). Decido hablar con él e intentar explicarle que le entiendo, que la farangi es muy guapa, estaba como un queso feta, (konjo= guapa, que suena como coño, en ahmárico) y tal y tal, pero que ya ha probado varias veces y que  no tiene nada que hacer ya que está casada. El capullo erre que erre, que si las pibas me pertenecen a mi que-si-no-sé-qué-pollas-en-vinagre-más. Situaciones que no me gustan en callejones oscuros de paises que no conozco o que conozco, tanto da (después de mi agonizante asfixia, y la del pulpo y el atún que me dieron en Perú hace ya unos años, me salta rauda la alarma en este tipo de situaciones nocturnas…). El tipo dale que dale; total que viendo el panorama le digo que ya está que se acabó y le digo a las pibas que vayan tirando un poco para adelante para que  si hubiera que salir pateando llevaran ventaja. El tipo no entra en razón y sigue poniéndose pesado. Lo dejo atrás mientras me va soltando “fuck you, fuck you, fuck you farangi…” de fondo rebotando en el callejón… El problema aquí es que a uno lo puedes tener más o menos controlado, pero en esas calles no se ve un pimiento y pueden aparecer más en cualquier momento, y ahí si que la has liado parda tirando a morado.


Esta historia me viene al dedillo  para explicaros el tema de la seguridad en Ethiopia. Mi experiencia, subjetiva por que soy sujeto sería objetiva si fuera un objeto, sólo es una:  es un país absolutamente seguro. Gente poco violenta. Salgo solo por las noches, a las tantas varias veces, cojo autobuses a las cinco de la mañana en estaciones muy muy oscuras y en ningún momento nadie ha intentado propasarse ni nada similar o análogo. La sensación de seguridad y la total ausencia de violencia es notoria. Todo puede cambiar en un instante por algún hijo de la gran puta, pero esto no es una regla africana sino ecuménica.
Había pensado, quizás, en hacer un trekking por las Simiens mountains. Pero aquí nada se puede hacer por tu cuenta, y eso me mata como a un tomate cuando lo arrancan de la mata. Todo organizado y a precios desorbitantes. A saber (para que os hagáis una idea de cómo funciona el tema): quiero hacer senderismo por las montañas y decido ir a Gonder o a Debark para iniciarlo. Primero:  no puedes ir solo. Te obligan, y hay una barrera física con un militar, a llevar un guía y un scout (un tipo armado con un Kalashnikov, y no hablo del tenista). Si voy a la montaña no es para ir con un tipo con un rifle a mi lado (para ver armas me voy  a la hoploteca). Segundo: te joden con el transporte para llegar al lugar de inicio. Te cobran una barbaridad por hacer 30 ó 40 kilómetros en un 4 por 4, dieciséis. UNA PASTA GANSA. Tercero: (y esto no tiene nada que ver con el país) como hay muy poca gente viajando por aquí, y menos por libre y de mochilero, no es fácil montarse un
grupo. Moraleja: no te mees en la piscina ya que puede que te rodee un círculo rojo y todo el mundo te señale con un dedo acusador diciendo: meónnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn!!!.



Muchas risas en esta ciudad con Pawel y un grupo de tres chicas que conocimos (Pato, Mónica y Lorraine, de Espanya, USA y UK respectivamente) Pato es fan de Muchachada Nui y hartándonos de birra sólo se le ocurre decirme que yo era el mas “viejuni” del grupo, comparando con el “Mundo viejuno” de los humoristas… y como no habiamos bebido casi pues… !hilaridad concatenada!. Recordando todo los gags de Chuck Norris, … si me puedes ver ya estás muerto…, Manu Chao, Bono. La segunda noche fue un monográfico de la imitación de Bono. Yo que soy más simple que Esperanza Aguirre y me engancho con facilidad a algunas palabras me pasé toda la puta noche con el “lemonnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn”, hasta el hartazgo. Infantil, lo sé, pero es lo que hay.

La inesperada sorpresa, grata, de Gonder se dio cuando Yemisrach, un chica etiope que conocí, me invitó a su casa para participar en la centenaria ceremonia del café. Pillamos un tuc-tuc y para la montaña. La ceremonia del café es un signo de la hospitalidad etíope. Se esparcen hierbas por el suelo para recibir la fragancia de la naturaleza. Se quema algo de incienso. Despues se tuestan los granos de café en un hornillo a carbón, todo pausadamente, prisa mata amigo, para despues ser molidos manualmente en un mortero. Se pasan palomitas para ir picando. Una vez hecho el café se sirve en pequeñas tazas y las costumbre manda beber tres de ellas. Se dice que la mejor es la tercera cuyo nombre es “berekha”. Un momentazo de cultura etíope y, que no se me olvide, un !!excelente café!!. 







Algunas peculiaridades insustanciales más: 1) si en la India no existe el palo de la escoba, aquí las fregonas van de dos en dos. Las unen y las utilizan a la vez (lo he visto un montón de veces).
2) En los lodges, hoteles dejan unas chancleticas en la habitación por muy roñosa que esta sea (primer país que lo veo)
3) En los bares para pedir la cuenta tocan las palmas. En cataluña quedaría harto garrulo pero aquí es costumbre. Yo me toco, a veces, unas palmas flamencas y la peña se parte el culo.

To be continued… 










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