domingo, 30 de octubre de 2011

CRÓNICAS VENEZOLANAS IV / CRÓNICAS COLOMBIANAS VI



Finalizado el trekking y el respectivo descanso salgo disparado para el caribe. Después de la montaña toca, eso es ley de vida.

Largo viaje para salir de la zona, viaje de vuelta a Ciudad Bolívar con sus seis controles militares, y cambio de bus-nevera para llegar hasta el mar.

Paro en Santa Fe, un pueblito de pescadores al más puro estilo caribeño. Muy poca gente viajando por venezuela, muy pocos. En Santa Fe somos tres, y digo somos tres por que el pueblo es tan pequñito que nos encontramos cada noche cenando. Buen pescado a un precio aceptable y mucho vagabundeo, léase playa y libro, durante el día. 



Justo al lado de mi albergue, a tres metros de la orilla, hay una tienda de campaña. Ahí vive el “gringo de las montañas”, uno de aquellos personajes que a uno le hacen darse cuenta que en la vida hoy estás arriba, o aquí, y mañana estás abajo, o allí.
Es un mendigo que vive en una tienda de campaña desde el año 2000. Nada más ponerte a charlar con él te das cuenta que no es un indigente típico. Utiliza un vocabulario excelso y rico en adjetivos, aparte que en breve te das cuenta del alto nivel cultural del mismo. Empezamos a hablar y me cuenta su historia... Durante el golpe de estado contra Chávez, en el año 2000, que duró un día, firmó un documento contra el mismo. Trabajaba como geólogo en una empresa estatal haciendo prospecciones de terrenos. Gozaba de una posición privilegiada y de una vida bastante desahogada. Chávez sobrevivió a ese día y retomó el control. Según me contó él, y me han contaron otras personas, los miles de firmantes de aquél o aquellos documentos perdieron el empleo ipso-facto y fueron introducidos en unas “listas negras” que imposibilitaban conseguir cualquier empleo. Los que pudieron emigraron rápidamente y los que no pues tuvieron suerte dispares. A él le sobrevino un divorcio complicado y se juntaron el hambre con las ganas de comer. Tuvo que poner las propiedades a nombre de su mujer y sus hijos para no perderlas y acabó si un real y mendigando por las playas del caribe. Toda una historia la de este personaje. La mala vida y la falta de higiene le hacían parecer más viejo de lo que era, 48 años. Acabamos tomando unas birras y filosofando sobre diatribas varias... Gran personaje, espero que la fortuna le sonría algún día.

De Santa Fe para Choroní y Puerto colombia, al otro lado de Caracas. En la capital no se me había perdido nada así que como no tenía mucho tiempo decidí no parar. Mucho coche, muuuuuuuuuuuucho, mucho humo y mucha delincuencia.

Choroní es un enclave caribeño con vida nocturna en el malecón del pueblito. Gente bebiendo sin parar con sus neveritas cargadas de ron, cerveza y aguardiente y al parecer un destino elegido por los gays del lugar. Había unos cuantos y bastante descarados por cierto...
Típica vida caribeña de “prisa mata amigo” y no hago más que lo justo para ir tirando. Me encuentro bien en estos sitios por que la peña es muyyyyyyyyyyy relajada y pacífica. Son como la historia de aquél que le pregunta al caribeño, que está bebiendo un trago de ron debajo de un cocotero a las once la mañana, que por que no trabaja un poco más y se compra una lancha mejor, y luego con esa lancha trabaja más y se compra una casa mejor, y luego se compra otra lancha y monta una flota para ganar más y más dinero, y con la flota exporta mercancía por todo el mundo y gana aún más dinero, y más casas y más coches y más y más... y el caribeño con el trago de ron en la mano le pregunta: ¿y todo eso para qué?... Y le responde: pues para que puedas tener tiempo y disfrutar sin hacer nada en una playa caribeña debajo de un cocotero con un traguito de ron viendo a las mulatas pasar...

Este es un buen lugar para estar tranquilo en la playa y conocer el caribe continental venezolano. Sin ser espectacular, he tenido mucha suerte y los locales me han tratado fetén.
Como mi tiempo se estaba acabando no pude quedarme todo lo que quería y salí como alma que lleva el diablo ya que quería pasar los últimos días del viaje con mi hermano, en Medellín, y el trecho hasta allí no era poco.
El viaje de vuelta tuvo cierta enjundia y muchas anécdotas. Saliendo de Choroní, comenzando la vuelta, el autobusero que tenía que llevarme a maracay dice que con ocho personas no sale que salgamos mañana a las seis de la mañana. Tal cual, sin más explicaciones. Toca pillarse un taxi y me toca pagar doble por que no venía nadie para llenarlo.
Llegada a maracay y el puto caos, es 23 de diciembre y hay mucho movimiento de gentes por estos lares. Con el tiempo justo arribo la terminal y pillo el primero que sale para la frontera con colombia. Me clavan con el precio del billete, pero me suda la polla ya que tengo que salir rápido sino quiero quedarme varado hasta el día 26. 16 horas hasta San Antonio del Táchira y Cúcuta.
Controles y controles antes de llegar a la frontera y, una vez llegados, comienza el espectáculo...
Bajo del bus con un grupito de colombo-venezolanos que también van hacia colombia. Pillamos un bus urbano que sale sólo con nosotros y a mitad del camino el cobrador dice que los que tengan que sellar salida en venezuela y entrada en colombia es mejor que vayan andando y vayan avanzando con los trámites pertinentes. Tráfico brutal, el bus no avanza y el calor sofocante. Era la mejor opción, nos bajamos tres, hasta que me di cuenta que uno de los que bajó era un pibe !!minusválido!! Iba con un bastón de madera y andaba más lento que el caballo del malo en la escena final. El pobre sufrió lo que no está escrito hasta llegar a los frontera venezolana, a unos dos kilómetros. No había manera de ayudarlo, pesaba alrededor de cien quilos. Aún así llegamos antes que el autobús. Firmamos y de ahí, con mucha confusión, salgo solo hacia la frontera colombiana. Al parecer ellos no tenían que firmar, !!vamos que no se enteraban de nada!!
Frontera colombiana... llegan ellos más tarde... el pibe está empanadísimo y cuando le piden en migraciones una dirección en colombia dice que no se acuerda y en vez de inventarse una se queda embobado sin decir nada... surrealista. Justo al salir llega el bus que habíamos dejado una hora antes.

Llegada a la estación de Cúcuta, un lugar con menos encanto que Rajoy en tanga. Todo parece salir mal: me marean con el cambio de los euros, me mandan de un lado a otro, no hay buses para medellín y me dicen que no puedo salir de allí hasta el día siguiente, como mínimo. Diossssssssssssssssssss, el lugar no daba para quedarse y las ciudades fronterizas están bien para un ratito pero no para dormir. Y menos Cúcuta.
Después de preguntar y preguntar consigo un boleto para salir hacia el sur, bucaramanga. Embarco la mochila en el bus, me siento y cuando estoy a punto de salir aparece uno de los que iba conmigo en el último autocar y me dice que hay una buseta que sale directa para medellín... casualmente en una de las agencias que acababa de preguntar y me había dicho que !!medellín hoy es imposible!! Así que toca correr, sacar la mochila, cambiar el billete con la consiguiente disputa, comprar el nuevo billete y esperar hasta que el dios de los neumáticos se alinee con nosotros. Cuando parece que ya estaba todo listo uno de los que había hecho reserva no aparece y el de la buseta dice que no sale si no está lleno. A esperar de nuevo. Se decide hacer una vaca entre todos y pagar el billete que falta... y justo cuando se hace la vaca aparece otro pasajero. Surrealista, como no.

Acabamos los mismos del autocar anterior en este, cada uno con diferente destinaciones pero medellín como punto central. Al fin, salimos hacia medellín...

Después de un viaje gracioso apretando harto al chófer, llegamos a la ciudad a eso de la 4 de la mañana. Nochebuena. Arribamos a la terminal de autobuses y como el nuestro era un viaje medio-clandestino y realizado ad-hoc para ganar pasta, el de la terminal no nos deja entrar. El conductor da la vuelta y la gente empieza a quejarse diciendo que dónde-coño-nos-va-a-dejar. Para al lado de la terminal, en una estación de buses urbanos y con varios taxis al otro lado de la vía. Aquí comienza una situación de aquéllas que no te puedes creer... el lugar parecía completamente normal, era de noche cierto, pero sin más. Pues que no se querían bajar de la buseta, y no que ese lugar no era seguro y tal y tal. Yo flipando en colores con la paranoia de la gente. Éramos quince y había un montón de taxis... Pues fue tal la presión de la peña que el conductor no tuvo otra que llevarnos hasta la otra estación de autobuses de la ciudad con el agravante !!que nadie sabía ir!! ajajajajajajaj a-lu-ci-nan-teeeeeeeeeeeee. Para mí era como ver un cuento por que eran las cuatro de la mañana y mi hermano no iba a llegar a la ciudad hasta bien entrado el día, como mínimo. Así que como la gente no quería bajar del bus y nadie sabía ir hasta la otra terminal el conductor tuvo que decirle a un taxista que le guiara. Realidad daliniana. La gente está tan paranoica que no se atreve a bajar del bus ni siquiera teniendo taxis al lado, no sé, yo no entendía nada.
Llegamos a la estación del sur y bajamos. Cada uno recoge sus bártulos y arreando que hay pan blando. Las 4:30 de la mañana, me toca esperar hasta que se haga de día para ver qué onda con mi hermano y ver qué solución tomo. Los que se dirigían hacia Cali tuvieron mucha suerte y justo conectaron nada más llegar. Otros tuvieron suertes dispares...
Me quedo pajareando por la terminal, sucio y cansado (la última buseta era la incomodidad superlativa) y a las dos o tres horas me encuentro a uno de los que venían conmigo dando vueltas por allí. -¿Qué haces aún aquí?... nada que uno de los que venían se ha equivocado y ha pillado mi maleta y ha dejado ésta (con la más tranquila parsimonia caribeña)... y cómo lo vas a hacer... no sé, esperaré a ver si aparece por aquí.

El tipo se va y aparece de nuevo a las dos horas, andando sin rumbo y como un alma en pena. ¿Has solucionado algo ya?... no... y, ¿vas a estar dando vueltas con una maleta que no es tuya y ni siquiera sabes lo que hay?, las has mirado?... no, no.... ¿por qué no miras a ver si encuentras algún teléfono o algo? ¿a qué hora sale tu bus?... no, si mi bus no sale de aquí sale de la otra estación... ¿pero donde coño vas tú?... a Barranquilla!!...
Barranquilla no quedaba para nada en la ruta que él había cogido con nosotros, era como entrar por francia para ir a galicia y bajarse hasta cádiz para pillar otro bus. Se lo intento explicar con el mapa delante pero como que no...La puta parsimonia caribeña!! Le dije que buscara algo en la maleta y tuvimos la puta suerte que aparecieron unos boletos de autobús con un teléfono. Fuimos a una cabina, marcamos y bingo!!! Era el numero del otro pájaro.  A las dos horas aparece con la otra maleta, menudos pajaronesssssssssssssss, y nos cuenta que al bajarse del taxi, y mientras sacaba uno de los bultos, se había dejado un paquete con todos los regalos navideños: alcoholes varios etc etc que traía de venezuela. El taxista al parecer, y según él, se piró con parte del botín. Queda la duda si fue intencionado o no, él dice que le chilló y el taxi no se detuvo...
Al final, intercambio de maletas y teléfonos para un posible trabajo del honrado caribeño, apretones de manos y fin de la historia.
Lo mejor de toda este embolao es ver como un tipo aguanta, sin perder la paciencia, varias horas en una estación a mil quilómetros de su destino y el día de navidad. Con el agravante de haber realizado un viaje de trece horas por la patilla. Viendo la vida pasar. Alguno, o algunos, estarían trinando... Una lección de sosiego y calma, sin duda. También de pajarismo, obsta decir.
 
Ultimos dias en medellin con la family y haciendo cuentas de lo bien que ha ido todo el periplo. Algunas saliditas nocturnas, algunos pateos diurnos, alguna que otra historia de andar por casa y fin del viaje. Buen sitio para acabar la vuelta, viendo los alumbrados de la ciudad de medellin y disfrutando de la cordialidad de sus gentes. 





Hasta la proxima. Adónde no lo sé, cuándo no lo sé, pero haberla la habrá si las circunstancias lo permiten.
 
Un abrazote!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario