Pasada la noche tirado en un banco, y hágase la luz, seguí aplicando lo que era, a mi entender, un proceso lógico. El primer paso del día sería ir al consulado a explicar lo que me había pasado y a pedir ayuda como "nacional" que era. Pregunto en información por la dirección del mismo y para allí que marcho raudo y veloz (a lo que hay que aclarar que no era exactamente un consulado sino un viceconsulado para ser exactos). Llego y me encuentro una portería común. Pues vaya mierda con el viceconsulado, pienso. Subo al piso y empiezo a picar a la puerta. Ding-dong, ding-dong. Justo en ese momento aparece el portero, que estaba diligentemente barriendo la finca, y me dice que si busco a la vicecónsul española no la voy a encontrar por que para las fiestas del Inty Raymi se ha ido a Lima. !!!Zas en toA la boca!!! Joder, pues vaya toalla, pensé. Nada que hacer allí. Tocaba seguir de nuevo el manual de la lógica del robado y asfixiado en sudamérica. Según el Manual, lo que vendría siendo una metáfora del sentido común, tenía que volver al lugar de "crímen" y buscar por allí a ver si por una casualidad de las caUsalidades habían tirado el pasaporte, o las fotos, o algo que me valiera la pena en la misma zona o por las basuras o contenedores de los alrededores (como suelen hacer los manguis en tantos y tantos sitios, especialmente en las Ramblas de Barcelona). Así que pateando y para la escena del robobo. Empiezo a mirar por las basuras de alrededor, no era muy tarde, quizás las 9 de la matina, y miro por todos los containers de la misma manzana y todos los que me voy encontrando en el camino. Nastis de plastis. Eso era más complicado que encontrar a Wally escondido con los del Frente Atlético. Después de "peinar" la zona, vuelvo al callejón. Miro por mirar, con nulas esperanzas de encontrar algo. No soy un taumaturgo así que no iba a poder hacer aparecer los papeles de la nada. Justo en ese momento aparece un mujer de unos cuarenta años:
- ¿buscas algo, te puedo ayudar?
-
No, gracias, me robaron ayer por la noche justo aquí y miraba a ver si
con algo de suerte habían tirado el pasaporte o algún documento y los
podía recuperar, pero va a ser que no.
- !Qué sinvergüenzas, ladrones, malnacidos! (etc etc) ¿Y cómo te robaron?
-
Pues me pillaron por detrás y me asfixiaron ( y le enseñé el cuello que
ya se estaba llenando de hematomas con más colores que una caja de
plastidecores, y, por cierto, con la voz de garganta profunda que me
habría de durar varios días más)
- Qué gentuza, aquí no todos somos así. Hacerle eso a gente que viene a conocer nuestra tierra y quieren conocer...
- Lo sé señora, por suerte son muy pocos aunque muy hijos de puta.
Sigo hablando con ella y le comento que mi búsqueda por las basuras y contenedores de los aledaños ha sido infructuosa.
-Tenemos
que ir a Radio Cuzco, ven vamos, que te acompaño. Es la radio que oyen
todos los basureros y podemos preguntar allí a ver si se puede hacer
algo.
Y
ante la imposibilidad de negarme a tal ofrecimiento salimos los dos de
vuelta a la Plaza de Armas. La mujer era una de aquellas personas que
actúan altruistamente y se sienten en la obligación de ayudar a quien lo
necesite, se veia a la lengua que era un santa, una santa india, y yo
estaba más falto de afecto que la cabra de un circo.
Así
fue que llegué a Radio Cuzco. Subimos un par de plantas, atravesamos
una y mil puertas y llegamos a una sala donde me dice que espere (yo era
como un niño pequeño, ella iba hablando con todo el mundo, se acercaba a
alguna ventanilla, y me iba guiando, no me dejaba hacer nada. Tú
tranquilo eh, ya verás como va a salir bien). Me dice que me espere un
segundo, se mete en una sala y cierra la puerta. Al cabo de un par de
minutos se abre un poquito la puerta, la tipa asoma la cabeza, y me hace
el gesto de "ven" con la mano. Ni perezoso ni corto voy a su encuentro.
Paso la puerta y !!me acababa de meter en el box de Radio Cuzco!! Sin
tiempo a digerir qué pasaba ni en qué vaina me estaba metiendo, me pilla
la mujer me dice que me siente en una silla, me siento, y me ponen el
micro en la boca. !!!Zas!!! !!!En riguroso directo!!!
-
Y bueno, aquí tenemos a Francisco, un turista español que nos quiere
contar una historia que le sucedió la noche pasada. Cuéntanos
Francisco... (estaba flipando, todo fue tan rápido que no tuve tiempo ni
a reaccionar, ni siquiera a pensar mínimamente qué coño iba a decir. A
todo esto decir que casi no podía ni hablar de lo que me dolía el
cuello.)
-
Eeeehh, bueno, ehhhhhhh, no sé, ehhhhhh, hola, me llamo Francisco y soy
un turista español al que ayer de madrugada robaron en la calle tal y
pascual (después de diez años ya no me acuerdo), y he venido a la radio
para poner un anuncio (mientras el locutor me decía que muy bien con las
manos y que siguiera) a ver si algún trabajador de la limpieza o
alguien que viva por la zona se ha encontrado un pasaporte, o algún
documento en las basuras o tirados por las calle o... (y el locutor
frotando el índice y el pulgar me refería la posibilidad de entregar
una recompensa monetaria) y a la persona que colabore y dé alguna
información o que porte a radio Cuzco el pasaporte se le entregará una
recompensa monetaria...
La
vírgen, qué mal momento y qué nervios pasé gratuitamente. Sabía que
íbamos a poner un anuncio y tal y tal pero nunca me imaginé en directo y
menos de esa forma. Curioso al fin y al cabo. Huelga decir que nunca
jamás llegó mi pasaporte a Radio Cuzco, y que me tuve que pasar por allí
unas cuantas veces para comprobarlo.
Después
nos quedamos un rato hablando y muy amablemente me dio su dirección y
teléfono por si tenía algún problema de cualquier tipo me pusiera en
contacto con ella. Toda su actitud y su energía ya me fueron de gran
ayuda. Y me dio un último consejo:
-ves
a darte un vuelta por el "mercadillo" y mira a ver si en un golpe de
suerte encuentras algo de lo que te robaron, por probar no pierdes nada.
Nos
despedimos efusivamente y así lo hice. Salí de Radio Cuzco y partí
directamente para el mercadillo con la esperanza, no con Esperanza, que
es lo último que se pierde, de poder encontrar cualquier cosa de las
robadas. No fue así, y mi búsqueda fue más inútil que el logopeda de
Rambo.
El Manual de la lógica de los asfixiados en sudamérica estaba llegando a su fin, pero aún quedaban varios cartuchos por quemar. Estaba claro que tenía que hablar con la Embajada española en Lima y no quería hacerlo gastándome los pocos soles que tenía gracias a la altruista donación de los italianos en la comisaría. Así que hablando con la policía y preguntándoles si en algún lugar podría llamar gratis a la capital, acabé, nuevamente, en la Plaza de Armas. En un centro de atención a turistas, o algo asíN. Les comento mi problema y me dejan llamar sin más obstáculo.
- ... ... ... ... Embajada de España en Lima
-
Sí, hola, mire soy un ciudadano español que estoy en Cuzco y acabo de
venir del viceconsulado y allí no he encontrado a nadie (o a naiden)
- Sí, sí, la Vicecónsul está esta semana por aquí (lo mismo que me había dicho el portero). ¿Qué es lo que le pasa?
-
Pues mire, que ayer por la noche me robaron y me quitaron absolutamente
todo todito todo. No tengo pasaporte, viajo sólo y no tengo ni un
céntimo ni para comer ni para dormir y quería solicitar ayuda a la
Embajada (en aquel entonces, recién licenciado, aún sabía algo de
Derecho...).
-Ok, ¿desde dónde llama?
- Desde un centro de información turística en la Plaza de armas de Cuzco
- Pues quédese ahí que ahora dentro de un momentito le llamamos.
- De acuerdo.
El
momentito resultaron ser un par de horas, más largas que la infancia de
Heidi. Durante esta espera conocí a una chica, indonesa, a la que le
había ocurrido exactamente lo mismo que a mí: había sido asaltada por
cogoteros. Por suerte, y gracias a sus menos de cincuenta quilos, cuando
la agarraron por detrás se desmayó al instante. No sufrió ni un ápice.
Se levantó asustada por si la habían violado pero por fortuna sólo
querían su mochila y las cuatro cosas que portaba en ese momento.
!!Quién pesara cincuenta quilos joder!! La agarraron y en un nanosegundo
ya estaba grogui. Así que nos encontramos los dos en la misma
desagradable situación. Ella llevaba unos meses trabajando de voluntaria
con unas monjas cristianas, así que tenía dónde quedarse y conocía a
bastante gente del lugar, cosa que me vino muy bien según los
acontecimientos venideros.
Al cabo de aproximadamente dos horas alguien de la embajada llamó al centro y me solicitó al teléfono:
-...
si, mire, dentro de un rato irá alguien que le dará un sobre de parte
de la embajada. Usted espérese ahí en el centro y no se preocupe.
Así
que la única misión que tenía era
esperar-a-no-sé-quién-a-que-trajera-no-sé-qué-cuánto. Serían alrededor
de las doce o la una del mediodía.
Aún
no había hablado con mi familia, no quería hacerlo hasta que hubiera
solucionado el tema con la embajada y tuviera algo de pasta. Si llamaba a
mi vieja y le explicaba lo que me había pasado sin tenerlo solucionado
del todo le iba a dar un patatus , y eso es lo último que quería. Si
podemos ahorrar sufrimiento nos lo ahorramos (mi madre es
ultrasufridora)Así que decidí no hablar con nadie hasta que tuviera todo
más o menos claro.
Me
tocó pasar el día entero al ladito del centro, obviamente sin poder
moverme de allí ya que no había manera de localizarme. Fue así como casi
entrada la noche, a eso de las siete u ocho de la tarde, y después de
pegarme todo el puto día allí parado como un pasmarote, cuando apareció
Pilar una amiga de la Vicecónsul. Tal cual, pero real. Pilar.
- Hola, ¿tú eres Francisco?
-Sí, el mismo
-Soy
Pilar, una amiga de la Vicecónsul. Me han llamado de la embajada en
Lima para que venga a entregarte esto (y me pasa un sobre blanco). Me
tienes que firmar aquí por favor.
- Ok, muchas gracias Pilar (le iba a decir: te quiero, Pilarín).
- Suerte Francisco, y recuerda pasarte por la embajada cuando vayas a Lima. Allí te esperan.
- Gracias de nuevo.
De
este surrealista modo fue como conseguí los 80 dólares que me tendrían
que llevar hasta Lima desde donde partía mi avión de vuelta a casa.
El
sueño de culminar mi periplo sudamericano pateando el Camino del Inca
hasta el Machu Picchu se había esfumado. No lo iba a visitar ni por el
Camino ni subiendo con el archiconocido tren hasta Aguascalientes. No
había tu tía...
Con
esa guita me llegaba justito para llegar a Lima, cuatro papeles que
necesitaba y poco más. Ciao, ciao Machu Picchu. Next time may be.
Era ya tarde cuando acabó toda la mandanga y la noche la pasaría con Malam, la chica indonesa, que gentilmente me había invitado a compartir habitación y penas. No las ahogariamos en alcohol ya que era cristiana de pro y no bebía, como yo vamos, pero buenísima onda igual. Que te asfixien en el Cuzco hermana de verdad, más que los evangelios que acarreaba.
Así
que pasado el día siguiente llamando a mi familia para explicar,
brevemente, ahorrándome detalles escabrosos, todo lo que me había
pasado, comprando el billete de bus para Lima, visitando unas ruinas que
quedan muy cerquita del centro urbano y despiediéndome de Malam salí
por la matina del siguiente para Lima. Un bus de casi un día de trayecto
que me llevaría a mi último destino sudamericano.
Llegué
a Lima el 26 de junio, tempranito, tempranito. Sin demora tenía que
ponerme con lo que más urgía: ir a la embajada a sacarme un pasaporte,
pasar por la aerolínea para gestionar mi nuevo billete (en aquel
entonces no había ciberbilletes y el de papel me lo habían robado con
todo lo demás) y buscar alojamiento.
Lo
del alojamiento a lo fácil: fui al mismo en el que había estado cuando
llegué. Baratito y céntrico. De ahí a la embajada. Llego allí y me pongo
en la cola en una de las dos ventanillas que había. El tipo que estaba
inmediatamente delante de mí se gira y se pone a hablarme, un personaje
de esos que sólo te encuentras pululando por el mundo. Me empieza a contar
una historia que-no-sé-qué-que-no-sé-cuántos, que si me interesa me
consigue un pasaje a Cuba, con todo pagado y 300o euros por casarme con
una cubana,que todo es facilísimo, que luego te divorcias y listo. Vaya,
que se acababan mis problemas económicos de un plumazo si aceptaba...
Me
hacen pasar a un despacho para hablar con un representante consular.
Allí tengo que explicar la historia de los últimos días. Me comenta que
no me van a poder hacer un pasaporte con tanta urgencia, volaba en
teoría el 28, y que me harán un salvoconducto para que pueda viajar.
Recuerdo que mi vuelo es: Lima- Miami-Londres-Barcelona. No problem me
comentan. Un salvoconducto es: un jodido folio tamaño Din A4 que tiene
una foto tipo carné (que obviamente me tuve que hacer y me salió más
cara que el seguro del coche fantástico) y una estampa de la embajada.
En el folio pone algo así como: "La embajada española en Lima expide
este salvoconducto a quien dice ser y dice llamarse Francisco José...".
Manda cojones. !!!A quien dice ser y dice llamarse!!! Así que la
embajada no corrobora fehacientemente tu identidad y con esto tienes
que atravesar los USA. Miedo me da. En fin Serafín.
Con el salvoconducto en la mano, esta palabra recuerda mucho a las películas de la guerra fría... ¿tienes el salvoconducto en regla?, sí lo tengo, vamos entonces acabemos con esto... lo siguiente en nivel de urgencia era solucionar todo el tema del billete de avión. Aquí sí que me la iba a comer con patatas.
Mi
vuelo era Lima-Miami con American airlines y Miami-London-Barcelona con
british airways. Paradójicamente ninguna de las dos compañías tenía
delegación en Lima, así que todas las gestiones las tenía que realizar a
través de Iberia. De nuevo: manda cojones. Llego a la delegación de
Iberia, un lugar que habría de visitar muy a menudo en los próximos
días, y allí había tres o cuatro mesas atendiendo:
-Hola, qué desea
-Hola
qué tal, bueno, mire, es un poco largo pero a ver si lo puedo resumir,
vengo por que tengo un vuelo el día 28 con American airlines y otro con
British desde Miami, pero me robaron hace un par de días en el Cuzco y
entre las cosas robadas, todo, estaba mi billete de avión, así que lo
único que tengo es la denuncia del robo y el salvoconducto que me acabo
de hacer en la embajada
- Ok, me dice su nombre
-Francisco...
(y empieza a teclear y a mirar la pantalla. El tiempo pasa y sigue
mirando y sigue tecleando... mirando y tecleando... mirando y
tecleando...)
- Me ha dicho que su nombre es: Francisco...
-Sí, exacto
-Un
segundo por favor... (mirando y tecleando... mirando y tecleando. Se
levanta y se pone a hablar con las otras secretarias que había... el
tiempo va pasando y percibo, era fácil, que algo va mal, me estaba
poniendo más tenso que el arco de Orzowei...)
-
Lo siento pero no nos sale su nombre por ningún lugar, ni en la base de American Airlines
ni en la de British. ¿Está seguro que eran estas compañías?
-Señorita, hasta donde yo sé aún no he perdido la memoria y ya le digo que seguro no, segurísimo (mirando y tecleando...)
-
Lo siento señor pero ahora mismo no me sale nada. ¿Puede volver a
pasar esta tarde a ver si hay confirmación? Y si pudiera ponerse en
contacto con la agencia que le vendió los pasajes quizás sería de gran
ayuda para cierta información.
-No hay problema, vuelvo esta tarde, pero tengo una pregunta por favor: ¿la reexpedición de billete me costará algo?
-Sí, suele costar aproximadamente 50 dólares
- Muy amable, nos vemos luego.
Estamos
a 26 de junio y el vuelo era el 28 así que esto se estaba poniendo más
feo que el Fary mordiendo un limón. El asunto de Sagunto, o el tema de
Ipanema, se complicaba. Esas cosas se huelen, se perciben.
Como
tenía que volver a la agencia por la tarde, y mi albergue estaba en la
otra punta de Lima que no es precisamente una urbe accesible y amable, decidí
quedarme por allí y empezar a mover el tema del billete también desde
Barcelona. Fue mi cuñada, ahora ya pasado el tiempo ex-cuñada, la que me
ayudó con el tema del billete. Por suerte había dejado una
fotocopia de la factura en casa, ya que cuando ella fue a la agencia le
dijeron que no había sacado ningún billete con ellos. Al presentar la
factura se tuvieron que callar, aún así en poco, muy
poco, me ayudaron. !Los muy hijos de puta decían que no había comprado
el billete allí! De nuevo: !!!!manda huevos!!! Surrealismo cotidiano.
Por la tarde volví a la oficina. Me atendió otra secretaria que estaba informada del trajín.
-
Lo siento Señor González pero no es posible encontrarle en la base, y
nos es imposible meterle en el vuelo del día 28. La única solución que
podemos ofrecerle es hacer una reserva, a la espera de la confirmación
por AA o British, para el día 3 de julio
-¿Para el 3 de julio?
-Sí, y después de ese día el siguiente ya se nos va a finales de julio. No hay otra opción. ¿Quiere que le reservemos para el 3?
-!Madre
mía del amor hermoso! Si no queda otra métame en el 3, o sino en el cinco y por el culo te la hinco, pero estoy casi
sin dinero y encima el poco que tengo lo he de guardar para cuando me
reexpidan el pasaje...
Así
que con una cara de gilipollas del mil me tocaba pasarme un jodida
semana en Lima a la espera de que apareciera la confirmación y pudiera
volar el 3 de Julio. Estaba alucinando pepinillos, todo me salía mal. No
daba pie con bola. Encima de cornudo apaleaO. A perro flaco todo son
pulgas. Y todas las frases del tipo que se os ocurran.
Obviamente,
con los 80 pavos que me habían prestado, y digo prestado por que es un
monto que posteriormente has de devolver al regresar a casa, no me
llegaba para pasar toda la semana en la capital, por muy barata que
fuera. Tuve que regresar al día siguiente a la embajada, allí estaba
otra vez el plasta de los matrimonios cubanos que era un vivo del
copón, y explicar que necesitaba algo más de guita dadas las
circunstancias. 40 dólares plus. En total 120, guardando cincuenta para
pagar la impresión del nuevo billete.
La
semanita que me pegué en Lima no fue lo mejor del viaje, obsta decirlo.
Casi sin dinero, con la misma ropa que llevaba la noche del robobo, a
excepción de unos calcetines y unos gallumbicos de color verde que te quiero verde que me
agencié, contando los soles todo el puto día e yendo todos los días un
par de veces a la agencia de Iberia en espera de la confirmación de mi
pasaje. Si no llegaba palmaba: me lo movían a finales de julio. Súper
divertido, vamos. Tenía más ganas de volver a casa que el de los
turrones el Lobo.
Por si ya no me podían pasar más cosas, encima me sacaron una pistola y me amenazaron "amistosamente" en medio de una céntrica calle al lado del albergue... Se me acerca un pibe de estos que siempre están trapicheando, que me tenía muy visto, y al cual siempre saludaba. Se me acerca de buen rollo, menos mal, y me dice:
- Que pasa gringuito, ¿cómo va todo?
-Bien, dando una vueltica ( el tío todo colocado del pegamento que suelen esnifar en bolsas de plástico, probablemente)
- ¿Estás de viaje por aquí?
-Sí, viajando por sudamérica, pero ya vuelvo para España
-
(me suelta de golpe) ¿Y tú a quien prefieres a Perú o a Ecuador? (se
mete la mano en una chaquetilla y me saca una pistola, así de sopetón.
Recién había habido una guerra peruano-ecuatoriana por motivo de los
límites fronterizos)
-
!Con Perú por supuesto! (dije efusivamente) He estado viajando por
Ecuador y son unos rancios de la hostia, mucho mejor aquí, por el amor
de Dios (en estas situaciones nunca está de más hacer una referencia
cristiana ya que te puede salvar el ojete y no tiene contraindicaciones)
-Mejo
así amigo por que si no te pegaba dos tiros ahora mismo, pero ya veo
que no eres de ésos... (se dio media vuelta y desapareció). ... ...
Cada
día de la semana iba por la matina y por la tarde a la agencia de
Iberia en busca de la confirmación para el día tres. Un sin vivir. Las
secretarías eran mis íntimas ya. Ni el 28, ni el 29, ni el 30, ni el 1,
ni el 2 por la mañana. Fue así que el día dos por la tarde, y con el
ojete más apretado que los tornillos de un submarino, me dieron la buena
nueva. Entré a la agencia y las azafatas me hicieron la ola, y no hablo
en broma. !Por fin tenía mi vuelo para el 3 de julio! Y, lo más
increíble, fue que no tuve que pagar ni un chavo. Por la patilla total.
By the face. Buffffffffffff, pocas veces me he sentido mejor.
Me
quedaba pasar la tarde del dos de julio en Lima y arreando que hay plan
blando. Además me sentía inmensamente rico ya que tenía guita de
sobras para comprar un par de regalos para la familia, cosa que no está
mal después de pasar casi un año viajando. Que menos que Monix. Me fui
de compras precipitadas y a contrareloj: compré un palo de agua (de esos
que hacen ruido de lluvia cuando los giras) y varios Tumis de
"mentirijilla" (que son unos cuchillos ceremoniales de las culturas
precolombinas) y que fue de lo primero que encontré.
Por
fin, con mi billete calentito y recién expedido y mi salvoconducto (no
me hicieron nunca el pasaporte, no les daba tiempo alegaban) mi dirigí
al aeropuerto de Lima la soleada mañana del tres de julio. Parecía que
el camino de vuelta iba a ser un camino de rosas después de todo por lo
que estaba pasando en las últimas semanas. Nada más lejos de la
realidad...
Llego
al aeropuerto con los siguientes enseres: una bolsica al más puro
estilo andino, los Tumis y el palo de agua. Únicamente me hacen facturar
el palo de agua. Le comento que no es un objeto peligroso y tal y tal.
No way man, el palo no viaja arriba. Ni un palo al agua. Le digo adiós
con la mano derecha de la misma forma que saluda the Queen of England y
parto para la puerta de embarque. Llego a la cola de migraciones con
más miedo que un cerdo en San Martín. Y no un miedo infundado, sino un
miedo racional a pasar un frontera con el jodido Din A4 del
salvoconducto. Había pasado mil fronteras en el último año y desde
entonces ya se había forjado en mí la idea de pasar todo lo
desapercibido que pueda por las fronteras, ya que te la pueden meter
pero muy muy bien doblada. Te pueden dejar la boca como al oso que come
moras y además totalmente gratis. Llego al mostrador y me encuentro a una agente de la autoridad con el pelo bien cortito y la cara del que mató a Manolete:
- Su pasaporte y billete de avión, por favor
- Hola, (le paso el billete y el salvoconducto, le digo): no tengo pasaporte por que me robaron y en la embajada española me han dado este documento (hierática, lo mira y remira, sin prestarme ninguna tención. Ejerce perfectamente de policía fronteriza. Lo estudia unos segundos y me espeta):
- No te voy a dejar pasar. Esta hoja tiene una estampa de hace unos días pero yo no sé desde cuando estás en Perú, y es posible que lleves más tiempo del permitido incurriendo en una ilegalidad. Tienes que volver a la embajada (en Lima) y decir que te pongan un sello de entrada al país (casi me cago, y esto no es una frase hecha. De la primera impresión casi relajo del todo el esfínter anal y dejo ir una parte de mí en aquel mostrador. Eran las siete y pico de la mañana y me quedaba menos de una hora para pillar el vuelo. Implícitamente me estaba diciendo que perdía el avión. Me salió la poca oratoría que tengo para decirle lo que me había sucedido en las últimas jornadas)
- (le dije algo que me salió del alma, creo que en mi vida he hablado con tanto convencimiento como en aquella situación) Señora, ¿usted ve esto? (eché el cuello para atrás y le enseñé los hematomas que aún duraban, y me habían de durar aún más) Pues esto me lo hicieron tres hijos de puta que me pillaron de madrugada en el Cuzco hace ya casi dos semanas. Ni se imagina la de vueltas que he dado por su país con los cien dólares que me ha prestado la embajada. No tengo familia en Perú ni nadie que me pueda ayudar y si usted no me deja pasar y coger ese avión me hunde en la más absoluta miseria, se lo juro por Dios que es lo que más quiero en este mundo (referencias cristianas como siempre. Me mira, impertérrita durante lo que para mi fueron siglos)
- Pasa (sus únicas palabras)
Esa fue la primera vez en mi vida, aunque no la última, que me sentí como Bradd Davis, "El expreso de medianoche", cuando mata con el perchero al gordo sodomita y sale a la calle con la silueta de Santa Sofía al fondo y la música de Vangelis. Mometazo cinematográfico... No me lo podía creer, que mal trago me había hecho pasar, la Vírgen Santa. Aquella mujer me podía haber jodido más y mejor que nadie otra en toda mi vida; si se llega a negar aún hoy estoy buscándome la vida para volver a casa. Mare meva que patirem.
A estas alturas del relato podría parecer que sólo me quedaba pillar el avión y tirar millas para Barcelona, no podía ser que me pasasen más cosas. Podía ser. Me había mirado un tuerto con cataratas en el ojo vacío.
Llego al último control, justo antes entrar a la sala de embarque,con su correspondiente arco de detección de metales y me pita. Pi, pi, pi no me toques el pito que me irrito. Vuelvo a pasar y pita. Los Tumis. ¡No me jodas! La azafata que había allí me dice:
-Esto no puede pasar, se tiene que quedar aquí.
Le dije que era un souvenir típico, que no eran cuchillos, que era lo único que llevaba, que no me habían dicho nada en el primer control que si patatín que si patatán.
-Esto no puede subir arriba (en sus trece catorce quince)
El vuelo era con American Airlines a Miami y llegaba el día 4 de julio, fiesta de la Indepencia Nacional de los EEUU. Justo un año después del 11-s. Todas las alarmas habidas y por haber estaban activadas en los aeropuertos estadounidenses (y yo con el papelito de “A quien dice ser y dice llamarse…”)
Me entró un ataque de cabezonería adolescente, por todo lo que llevaba pasado imagino, y me puse pesado hasta el límite, insoportable. Que si alguna forma tiene que haber, que si seguro que se puede llevar, que no me jodas… Es la única vez en mi vida que he embarcado el último para subir a un avión. Incluso me llamaron por megafonía (estaba en la misma puerta así que sabía que no se iban a pirar, o sí…) Al final, viendo que no me bajaba del burro, o del Tumi en el susodicho, dijo que se los quedaba y que los metería en una caja para recogerlos en destino: Barcelona. No la creí a pies juntillas, pero ya no tenía más opciones.
Siguiente parada: Miami. Día 4 de julio de 2002. Alerta azul, amarilla, verde, magenta, añil albañil, arco iris vamos, máxima seguridad ante riesgo inminente de atentado y viajando con el puto papelito de la embajada, que parecía más falso que la sonrisa de Aznar.
El avión llega a la pista y se queda 4, sí sí 4, putas horas parado en la pista. Ninguna información ni nada por el estilo. Allí quieticos paraOs todos. Nos hacen bajar a las tantas, con la pegatina de Recaro tatuada en el búllate de tanta espera, ya después de haber perdido el tránsito a Londres.
Empiezan a pedir pasaportes y cuando ven el salvoconducto en lugar de meterme con los europeos, que los llevaron a una sala aparte, me dejaron con todos los nacionales sudamericanos. Discriminación al más puro estilo estadounidense, haciendo honor a su historia reciente. Un montón más de horas allí sin ningún tipo de información y respuestas con cara de culo cada vez que ibas a preguntar algo sobre los vuelos. En la sala éramos, plus minusve, sesenta o setenta personas.
Aparecen un par de maderos en y gritan: Francisco González. El papel, pienso, pues sí que me va a dar problemas el jodido "a quién dice ser y dice llamarse" (en el aeropuerto de Miami la mitad de los polis son cubanos exiliados, así que any problem con el idioma, como en casa o like in house ;)
-Acompáñenos por favor, tenemos que certificar una cosa.
Nos damos un paseo por todo el aeropuerto y acabo en un mostrador de policía de migraciones. Miedo me dan éstos. Me dice el poli:
-Pasaporte ( saco el salvoconducto y se lo pongo en el mostrador)
- ¿Usted es mejicano, cierto?
-No, no, yo soy español, ciudadano de la Unión Europea
-No, usted es mejicano (mirando la pantalla de ordenador que tenía en un lado)
-Que no, que no, que soy español (en esos momentos en que uno se siente más chominista que nunca por más que se la sude España o Catalunya, por que si eres de Perú, Paquistán, Angola etc etc pringas fijo…yo soy español español español yo soy español español españollllllllll. Le señalo la estampa de la embajada española en Lima para confirmarle mi nacionalidad)
- ¿Usted venía en el vuelo XXXX de lima?
-Sí.
- Ok, lo siento pero debe haber un error entonces. Nos sale un ciudadano mejicano que viene en el mismo vuelo que usted y…
Al parecer entre las 60 ó 70 personas de la sala había un mejicano que se llamaba Francisco González y que tenía antecedentes penales que no le permitían la entrada al país o no sé que mandanga. ¿Increíble, no? Pues cierto.
Así que aclarado el entuerto me llevaron de nuevo a la sala, donde recogieron al otro menda. ¡El verdadero delincuente! (me vienieron a la mente algunas de mis movidas policiales de la adolescencia...)
Me reubicaron en uno de los vuelos a Londres. Miami- Londres. Allí tuve que pasar casi un día entero en Heathrow, cerca de 15 horas, hasta que me recolocaron en otro vuelo a Barcelona, donde llegué sano y salvo una soleada mañana de verano.
Me dirigí a la cinta de recogida de equipajes, con poca esperanza de recuperar nada de lo que había facturado (dado todo el trasvase de aviones) y… ¡allí apareció mi palo de lluvia! (recién me doy cuenta que lo de palo de lluvia o palo de agua puede sonar muy sexual…) Esperé infructuosamente durante un rato a que aparecieran mi Tumis, pero nunca lo hicieron. Recé a Viracocha por ellos y por que tuvieran una vida digna alejados de su legítimo dueño y puse una reclamación en la oficina correspondiente.
Con mi bolsica hippie-andina, mi palo de lluvia y la misma ropa con la que me habían asfixiado dos semanas atrás en el Cuzco cogí el cercanías de Renfe, me bajé en Sants, transbordé al metro, cogí la línea azul y me bajé en Horta. De allí a patita hasta el Carmelo, Plaza Pastrana. Hogar dulce hogar.
Dos semanas después llega un paquete a casa, pican a la puerta:
-¿Señor Francisco González?
- ¿Padre o hijo? (pregunta típica en mi casa)
-Este paquete es para usted (una caja pequeñita y de color blanco). Firme aquí por favor
Cierro la puerta, abro la caja y zas en toda la boca… ¡eran los seis o siete Tumis que había dejado en Lima! Ajjajajajajajajaajjajajaja
¿ Cabe imaginar un final más feliz? ¡!!No se me ocurre!!!
Como nota surrealista decir que en la caja, con los Tumis, venía un tenedor metálico con la base en forma de espiral. No me preguntéis por qué, pero venía. Viva Buñuel, Dalí y compañía.
El palo de lluvia y el Tumi después de diez años. Ahí están!!! |
No hay comentarios:
Publicar un comentario