La duodécima entrega de esta serie ocurre, como no, en un servicio de los bomberos de barcelona, esos catadores profundos de las realidades cotidianas de la Ciudad Condal.
Tota la sortida, explosió, diu la veu femenina de l´altaveu. Cuando cantan explosión se te ponen los pelos como escarpias y pierdes el culo por subirte al camión.
La dotación: dos camiones, uno grande y otro pequeño, una escalera y la ambulancia. Ninoninoninoninonino. Llegan al lugar del servicio, un restaurante chinese. Al parecer el propietario del mismo ha salido proyectado con la explosión hacia la acera de enfrente. Se encuentra bien. Una mujer, china también, con los pelos levantados y alborotados y la carica de susto al más puro estilo explosión en Benny Hill, se dirige corriendo hacia los bomberos gritando compulsivamente: !!!!cucalacha pum, cucalacha pum, cucalacha pum, cucalacha pummmmmmmmmmm!!! Nadie entiende nada. La mujer los lleva dentro del restaurante y entonces es cuando los bomberos ven alrededor de veinticinco botes de "cucal" tirados por el suelo. Veinticinco botes de "cucal" el famoso insecticida, casi nada. Esto demuestra un odio cerval contra semejante insecto.
Al parecer, el hombre ante la plaga decidió hacerse accionista de Cucal y vaciar todos los botes disponibles en el restaurante. Así lo hizo y se quedó tan ancho, pero cometió un error al acabar la cucarachicida faena: salió a encenderse un cigarillo a la puerta y bummmmmmmmmmm... !!!cucalacha pummmmmmmm, cucalacha pummmmmmmmmmmmmmmm!!! No estabaaaa muerto estaba de cucalacha, no estaba mueeeeerto estaba de cucalacha PUM ;)
P.D lo de "cucaLacha" no es una risa hacia la fonética china, es que ellos lo pronuncian así, y si no me créeis hacer la prueba con alguno que conozcáis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario