1) El niño tranquilo
Viajando por Colombia. Tayrona, en plena sierra de Santa Marta. Caminando por la montaña en busca de un pueblito de los Tayrona me encuentro con Juan Carlos. Seis años. Está con su burro y su perro. Empiezo a hablar con él y se muestra harto esquivo, está claro que no le gustan mucho los extranjeros y no hace nada por interrelacionar. No hay nadie más alrededor así que decido pincharle un poco, el tío no suelta prenda pero no se va. Mientras le miro cómo monta los útiles del burro pienso que es increíble que tenga seis años, una destreza impresionante. El tío ahí dándome la espalda y, casi, sin mirarme. Tiene un porte y una serenidad que me desconciertan para la edad que tiene. En una de esas le pregunto cómo se llama el perro, "Perro" me responde. No te has complicado mucho para ponerle el nombre eh!!!. Esboza una sonrisa. A partir de ahí todo fluye, se relaja un poco y me hace preguntas, le hago preguntas. Me dice que le deje escuchar la música que llevo, le pongo flamenco, rock, jazz. Le hago un juego de cambio de monedas...Recuerdo ese momento con gran delicia. Se creó una fuerte complicidad en la escasa media hora que estuvimos hablando. Cuando se cansó, yo hubiera seguido, me dijo que se tenía que ir que le quedaban un par de horas para llegar a su poblado. Montó en el burro, se despidió y marcho por la sierra de Santa Marta. Mientras veia cómo marchaba daba vueltas a mi cabeza pensando en la edad del muchacho y en cómo se comportaba. Llegué a la conclusión que todo lo que rezumaba Juan Carlos era dignidad.
2) La duda etíope
Ésta es una de esas fotos robadas que tomo en ocasiones. Llevo la cámara en la mano y disparo mientras ando, sin apuntar. Al tuntún, sólo buscando a ver qué sale. Este fue el resultado. Mientras ella me miraba pensando: "qué coño va a comprar este aquí?", lancé la foto. De ahí su cara de duda...
3) La mirada mongola
Esta foto está tomada dentro de un ger, o yurta, en medio del desierto del Gobi, Mongolia. El tipo en cuestión es el pater familias de uno de los gers donde nos hospedábamos. Todo un personaje. En este caso fue él el que me pidió que le tomara la foto. Se puso todo digno en sus ropajes, allí hace un frío que peta los granos, y se sentó en su trono.
Lo que lleva en la mano izquierda es el alcohol que se consume por esos parajes: leche de camello fermentada. Me la hizo beber en repetidas ocasiones. Nos comunicábamos por signos y cada poco me daba a beber del brebaje, asqueroso por cierto. Pero nobleza obliga y si hay que beber se bebe, faltaría más, pero nada que ver con un ron añejo... Grandes momentos vienen a mi memoria con esta foto, Mongolia es uno de mis países predilectos, sin duda.
;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario