Aquí David y el Menda posando para la revista "Lecturas" en el Prat |
Movida en el frenopático
no, como dice la canción, movida en el transatlántico. O volando sobre el mismo
para ser más exactos.
Para Colombia que nos vamos
con el EREC, mi compañero de fatiguitas, David, y yo. El vuelo directo de Barcelona
a Bogotá: de las taitantas veces que he cruzado el charco la primera sin
escala. Ohmaigot guat a guonderful guol. A veces me ha tocado llegar allí con
más escalas que la gradación marcial militar. Pero mira esta vez no, aunque el
vuelo directo iba con sorpresa. Oh surprise,surprise! Oh mi capitán, mi
capitán!
Nada más embarcar y
acomodándonos viene el azafato, por el culo te la meto, a decirle a una chica
que quedaba justo a mi lado, pero con el pasillo de por medio, si podía moverse
a otro asiento ya que había una mujer mayor (¿mayor que quien?) que necesitaba
estar muy cerca del baño. Esto ya sin arrancar, se mascaba la tragedia. Como
mínimo unos pedetes buenos de esos atmosféricos y masticables. Cuando alguien
pide estar cerca del baño marcas de ferodo en las braguinis o gallumbos haber.
Es una ley no olida.
Maria, colombiana, 70 años,
1´50 y 100kg, operada de reducción de estómago y con problemas intestinales. Al
parecer la noche de antes un mango le había sentado mal, literal, no seais malpensadas,
una mango de pieza de fruta. Nada más despegar se empieza a encontrar mal
tirando a fatal, empieza a quejarse, a ponerse vendas frías en la cabeza etc
etc Ya sabéis que en el avión y con los
zumbidos de los motores poco te enteras de lo que pasa o hablan en los asientos
adyacentes. Pero mirándola se veia diáfanamente que algo no marchaba bien…
Veiamos que la mujer se
encontraba mal pero de momento ni parecía nada más allá ni tampoco en un avión
se te ocurren grandes ideas aparte de preguntar y consolar un poquito cuando
alguien tiene “mal de vientre” o le “molesta la barriga”. En estas María llama
al azafato que estaba más perdido que un daltónico jugando al twister. Hablan
un poco y se levanta para ir al baño. Anda de manera harto fatigosa, pero anda
sola y se vale por si misma. De hecho viaja sin compañía ya que fue a Barcelona
a ver a su hija y ahora volvía a Colombia.
Se vuelve a sentar y
durante una rato, no más de una hora, parece que se relaja y la cosa va a ir
mejor. Pero de repente se empieza a poner malita otra vez, y vuelve a aparecer
el azafato y también esta vez una azafata. La cosa se está complicando y además cuesta mucho mover a María porque
está realmente gorda. Viendo que la cosa se complica y observando que María va
teniendo bahídos y parece que se apague por momentos los azafatos anuncian por
megafonía del avión que hay una emergencia médica en el mismo y que si hay un
médico o personal sanitario por favor acuda a ayudar. David y yo hablamos y
bueno, si viene el médico vamos a ver que pasa y le decimos. Nosotros somos
bomberos pero ni somos médicos ni somos enfermeros por más emergencias en las
que actuenos. Nociones tenemos claro, un bombero en Barcelona sería algo así en
términos sanitarios como un Técnico de los que van en las ambulancias. Total,
que cuando llega el médico se pone a hablar con Maria y tal y tal y Pascual. Al
poco ya le decimos al doctor y a los azafatos que somos bomberos y que si
necesitan cualquier cosa puede contar con nosotros dos. En esas situaciones cualquier
ayuda es buena la verdad, porque la tensión iba en aumento y se decidió llevar
a María a la parte final del avión, justo en los asientos que la tripulación
tiene asignada para su descanso. Así que entre David y el Menda la cogimos ya
que aún podía andar pero muy despacito, y con poco ritmo, nos pusimos uno
delante y otro detrás para que no se cayera. Le hicimos una especie de sandwich
y poquito a poquito a Bazar Perpigñan.
Ya en los asientos, cuando
la tumbamos porque así lo aconsejó el doctor, María nos dice que tiene que ir
al baño sí o sí porque sino se va a ensuciar, y que tiene que IR YA!!!! la
situación se pone fea, porque si se caga encima se lía un cisco allí que acaba
hasta el comandante lleno de mierda. Una anciana cagada en un avión, sin ropa
para cambiarse, entre los asientos, nosotros manchados de mierda fijo. Vamos,
el festival del esfínter libre. Doctor,
doctor, me puedo bañar con diarrea… Hombre si junta la suficiente para llenar
la bañera…
Así que incorporándola
raudamente y para el toilet. Moverla no era nada fácil porque estaba encajonada
entre los asientos y ella ya empezaba a ayudar más bien poquito. Hay que
ponerse en situación. Gracias a Dios, que lo teniamos cerquita a 30.000 pies
limpios que íbamos, pudo ir al baño, evacuar y volver a empezar con la
revisión. El médico le tomó el pulso y la presión (la tenía por debajo del
purgatorio). Pidió agua con azúcar para que la tomara a sorbitos pequeños, y afortunadamente
después del baño y el agua azucarada empezó a encontrarse mejor. Era muy
dicharachera y automáticamente empezó a hablar. Buen signo que no síntoma. Estuvo
un ratito en “observación” y de nuevo para el asiento. Todos felices y comieron
perdices, y una polla porque en este cuento eran todos veganos.
María viene a su asiento, se
encuentra mucho mejor, no para de hablarnos, nos cuenta mil cosas de todas sus
enfermedades, unas cuantas and keep moving.
Claro, el vuelo era de 11
horas, y la función había empezado muy pronto. Así que doble función como en
los cines de antaño.
A las dos horas or less,
quedarían aproximadamente unas 4 de vuelo, se empieza a encontrar mal otra vez.
Toallitas frías en la cabeza, bostezos, que le da calambres el estómago y otra
serie más de síntomas. Empieza súbitamente a medio cerrar los ojos y en una de
esas se empieza a vomitar encima desmayándose. Le intentamos hablar a ver si
responde y ya casi no abre los ojos. Ahora sí, peliculónnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
del bueno. Seguimos en el avión eh, por si alguien ha perdido el hilo con tanta
chapa. Rápido para el final del avión, llevémosla donde antes!!!!! (ojito que la acción parece fácil pero esta
vez era a peso muerto porque ella ya no se mantenía en pie). La madre que me
parió semejante marrón. Ya para sacarla de los asientos entre mi compi y yo nos
las vimos y nos las deseamos porque no puedes recibir ninguna ayuda más y
debido a su volumen era harto complicado incluso cogerla. Así que como la cosa
pintaba muy muy mal pues ya nos dejamos de milongas y tuvimos que poner la
máquina a todo lo que daba. No corta el mar sino vuela un velero bergantín. Cogerla
todo lo fuerte que podiamos y sacarla hasta el final. Chunguísimo en serio, la
movilización más complicada que he hecho en mi puta vida. David estaba en la
parte de las piernas y yo en el torso y como es todo tan estrechito nadie más
te puede echar una mano, lo que hay es lo que hay. Menos mal que mi compi es el
que dobló a Conan en la escena de la rueda giratoria y yo peso más de noventa
quilos que sino allí nos hundimos como el caballo del niño de la historia
interminable. Atreyuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!
La peña estaba flipando pepinillos con la
puesta en escena. No podía ni cogerla porque no me pasaban los brazos por su cintura.
Empezamos a movilizarla pero los brazos de María se nos enganchaban con los
asientos de los laterales y no podiamos sacarlos. UNA PUTA ODISEA EN EL
ESPACIO, pero sin simios de por medio. Bueno sí. Todavía no sé cómo coño lo
hicimos pero lo hicimos, y sin que nos reventaran las lumbares, que esa es
otra. Son esas situaciones que actúas y punto, tampoco te puedes parar mucho a
pensar, tiras con todo y si da, da y sino calienta que sales. Los veinte metros
más largos que recuerdo.
Así que una vez logramos
recostarla en los asientos del final el médico pidió el botiquín a l@s
azafat@s. La verdad es que no lo deben usar demasiado porque no lo tenían muy
por la mano, el botiquín bastante penoso la verdad. Había muy pocos guantes y
la mitad eran de rollo cocinero. Flipante. ¿Hay una vía y suero? Pregunta el
médico. Empezamos a buscar y encontramos una del 12. Vas a flipar para ponerle
una vía a María, vas a fliparrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
Si ya les cuesta a nuestros sanitarios a veces en la calle y en personas en más
forma imagina a una mujer de 70 años con obesidad mórbida en un avión y con las
venas más escondidas que las claves del wifi. Brutal. Primero al brazo.
Torniquete en el húmero y zasca. Nada. Torniquete en el otro húmero y zasca.
Nada. A probar en la mano. A todo esto decir que el médico era cirujano, vamos
que tiene pulso pero no anda poniendo vías a diario. Menudo percal. Después de
probar en las dos manos y viendo que iba a complicarse el asunto ya en demasía
(María estaba semiinconsciente, ya no respondía a las preguntas). Y todos
nerviosos claro, imaginarSUS. Le dice al azafato que estaba más en el ajo que
vuelva a preguntar a ver si hay alguna enfermera en la sala que sepa canalizar
(que es como llaman en colombia a poner una vía)… Para mi sorpresa aparece una
enfermera!!! Joder, pues podría haber asomado el hocico antes, vamos digo yo.
Total, que llega la enfermera y el doctor le pasa el testigo, la vía, y le dice
que pruebe ella que lo tiene más por la mano. Pues ni por la mano ni por el
brazo ni por ningún sitio. Tres o cuatro pinchazos más sin éxito, se estaba
complicando todo a niveles de sacar un seguro todo riesgo a la fregoneta del
equipo A. María seguía respirando pero ya empezaba a tener el Glasgow a la
altura de Edimburgo. Ya solo faltábamos nosotros por pinchar, y a mí si me
pasan la aguja le pido un mechero, una cuchara y una bolica de caballo para
pasarla mejor. En fin. En una inspiración divina el doctor dice que a la
yugular, que ha visto que ahí sí que va a poder pinchar. Joder en la yugular
nen, a 10.000 metros de altura y poniendo una puta vía en la yugularrrrr.
Métela suavesito doc. Puto crack el doctor, ahí sí la clavó y nunca mejor
dicho. La mete, la busca y zasca le da el retorno sanguíneo que indica que la
aguja ha llegado a buen puerto. Pffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff qué
alegría la virgen santa. Le ponemos el suero, ya purgado, y lo atamos con
material de fortuna a la parte de arriba de los portamaletas, todo muy de
película. Solo faltaba Nicolas Cage pegando un par tiros. Ahora a esperar la
evolución de María…
El comandante llama al
médico a la cabina para preguntarle si tenemos que hacer un aterrizaje de
emergencia en cuanto lleguemos al continente (aún sobrevolábamos el atlántico).
El doc le dice que depende cómo evolucione María habrá que decidir si se hace o
no. Afortunadamente María se fue recuperando poquito a poquito, la primera
bolsa de suero se le administró súper rápido y la segunda más lentamente ya que
no disponiamos de más. Aún quedaban ¾ horas de vuelo y todos con los dedos
cruzados esperando que no volviera a empeorar. Ni me imagino si le tenemos que
empezar a hacer una RCP allí mismo. Brutal. Afortunadamente se pudo llegar a
Bogotá con María estirada en los últimos asientos y allí ya estaban activados
los servicios médicos del aeropuerto para trasladarla con celeridad a un
hospital.
Bien está lo que bien
acaba, pero madre mía con el vuelo que nos cascamos…
Apali, salud y vía
libre!!!!
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