sábado, 29 de octubre de 2011

CRÓNICAS COLOMBIANAS IV



Fabricando la panela colombiana



Què hubo!! (saludico colombiano) ...

Villa de Leyva a San Gil. Viajamos de dìa para disfutar de unas vistas magnìficas: vegetaciòn exuberante, cascadas, finquitas, gente por aquì y por allá. Làstima el conductor, que creo encontró su licencia debajo de un yougurth natural azucarado. O de maracuyà en cualquier caso. En cada adelantamiento nos jugàbamos la vida...

San Gil, en el departamento de Bucaramanga (me encantan estos nombres) y otro u otra de las ciudades o pueblitos que abundan por la cordillera andina. Es un lugar animado con una gran plaza central donde se reùnen los jòvenes para hacer botellòn y platicar sobre las aventurillas varias. En el centro un àrbol de dimensiones irreales, es-pec-ta-cu-lar. Sino es el màs grande serà el segundo màs grande que he visto. Un tronco de por lo menos dos millones de metros de diàmetro, o algo menos ajjajajaajaja (como el del chiste que se encuentran dos colegas y: què te cuentas company, còmo va?... bien, muy bien. Me he comprado un àtico con un palomar que por lo menos por lo menos tiene un millòn de palomas... Mensajeras?... no, no "TENSAJERO"...) jajajajajaaj
Pues nada, un àrbol con el que me quedè embelesado durante cierto tiempo. Birra en mano y flipando con el mastodonte vegetal. Pura vida.

San Gil es la capital colombiana de los deportes de aventura. Aquì puedes hacer rafting, parapente, tirolina, rappel, trekking y algunas cosas màs a precios muy asequibles. Optè por hacer parapente, 20 euros un cuarto de hora, aprox. Y resultò que el guìa era un tarado de lo màs divertido que me he encontrado por Colombia. Loco de remate pero sùper buena onda. Subimos cinco y como yo era el màs gordo me tocò esperar al ùltimo, con la suerte que el viento amainò y sòlo pude planear sin hacer ninguna pirueta (bueno, las hacìa Freddy, el instructor). Asì que despuès de volar mi tiempo correspondiente Freddy me dijo que viniera al dìa siguiente que volvìa a volar por la patilla (ventajas de ser el ùnico castellano-parlante del grupito). Asì fue, al dìa siguiente volvì a volar, gratis (esto no pasa muy a menudo) con el cañòn del Chicamocha de fondo. Un experiencia buena, barata y ademàs gratificante ya que me eché unas muy buenas risas con el instructor. Còmo bien me dijo: "que làstima que recièn tengo el niño y no puedo dejar a la mujer sola que sino nos íbamos a correr una juerga de las buenas...". !!La cosa prometìa con el loco este!!
Asì que todo aquel que le gusten los deportes de aventura ésta es su parada. Bueno, bonito y barato amigo.


Con Dee y el grupito del parapente
El cañón del Chicamocha es otro de los lugares que quedan por los alrededores del pueblo y que pasa por ser el segundo de los cañoñes màs grandes del mundo (o eso dicen aquí) después del de Colorado. Se han montado un parque nacional y han tirado un telefèrico que baja por uno de los collados y sube por el otro. El lugar es bello, cierto, pero recorrerlo en un telefèrico le quita encanto. Ademàs todo el parque està hecho a una manera que deja poco a la improvisación y parece màs algo asì como un "Tibidabo" que una atracciòn natural (muchas familias con los crìos y tal y tal. Un rollito dominguero podrìa decirse..). No es un parque natural es una "atracciòn" natural, y nada barata por cierto (la entrada a todos los parques nacionales colombianos es algo así como 10 euros). A nosotros no nos gustò, pero ahí queda el dato. Aunque al telefèrico se le puede sacar punta...


Cañón del Chicamocha
Datos y freackadas:

1) Hay bastante clase media viajando por el paìs y ahora recièn comienza la temporada. Cierto es que hay pobreza, por supuesto, pero nada que ver con lo que observé en Perú, Bolivia, Ecuador, Paraguay etc etc hace ocho años. Claro que 8 años son muchos años y no sé la onda por esos paìses ahora. Lo que sí es cierto que no hay los mendigos y buscavidas callejeros que te puedas encontrar en otros lugares. Eso reduce la lucha diaria que mantiene uno con los cientos de buscavidas que te la intentan pegar. En Colombia no ocurre demasiado. Con excepciones confirman la regla, por ejemplo: en las estaciones de bus te dan un precio X, y tú le tienes que pedir que no se flipe y que te haga un descuentillo, X menos Y, que ya sabes de qué va la vaina; entonces te rebajan algo el precio y no es mucho. Es màs que nada por el concepto de tongo que por el tongo en sì.

2) Para mì, un buen indicador del nivel de "progreso" (y no entiendo progreso como algo bueno per sè) es el uso de cascos en las motos. Normalmente cuànto màs pobre es un lugar menos se usa el caso, parece algo inversamente proporcional. Aquí todo el mundo va con casco.

3) Hay algùn que otro israelita viajando, pero nada que ver con India u otros paìses latinoamericanos, y aquí no lo hacen en los archiconocidos grupos que suelen formar y que tan mal caen. Son màs bien viajeros que ya pasaron el servicio militar hace tiempo. Alguno me entenderà y se alegrarà de saberlo.

4) "Bacano" es la palabra que se utiliza aquí para algo "bueno" algo de "puta madre".


En San Gil me despido, momentáneamente, de Dee y sigo camino en solitario para el caribe. First stop: Cartagena de Indias. Las archi-mega-plus-ultra-sùper conocida ciudad colonial...








 














     

Cartagena de Indias no vale la pena, es más el nombre que otra cosa. Esto es lo primero que me viene a la cabeza. Ni capital turística de Colombia ni pollas en vinagre, es un "ñus" (léase un truño), y lo digo sobre todo por que después de andar un mes por colombia la mar de tranquilo fue llegar aquí y sentir el agobio de los vendedores ambulantes, los pesados callejeros, los que te la quieren meter doblada, las chicas busconas que te lanzan besos descarados con su peso en Pesos...





La llegada fue predictiva, al abrirse la puerta del bus después de 16 horas de viaje lo que pensé fue: "Juaniiiiiiiiii cierra la puerta del horno que te la has dejado abierta". Sólo recuerdo un cambio de temperatura tan brutal cuando bajamos del avión en La Habana (Dani y Lluís seguro que se acuerdan...). Un calor absolutamente pegajoso, del dos mil por cien de humedad, y más de cuarenta grados. Para más inri llegué a eso de la una p.m y nada más bajar del bus ya estaba más seco que el cutis de Lawrence de Arabia. Los taxistas me querían cobrar una pasta por llevarme a la zona amurallada así que con el macutón en bus local apartando a la gente para pasar, con las consiguientes miraditas de turno del que lleva meses sin follar. En el primer sitio que vi me quedé a dormir. Estuve a un tris, tras, de pirarme. Pero aguanté...
Pasado el agobio de la llegada canicular salí a conocer el centro histórico de la ciudad, que en una manyana estaría visto. Hay hordas de turistas estadounidenses de la tercera edad paseando en grupos de veinte, treinta y hasta cuarenta personas!!! Con toda la parafernalia que conlleva eso: las negritas vestidas con el traje típico pidiéndoles dinero por hacerse una foto, los vendedores-de-todo intentando sacarles algo y el guía micro en mano mientras todos escuchan la perorata por el pinganillo (aparte de las carrozas de caballos con las parejas de enamorados y el de la guitarra cantando serenatas...) Muy chungo, muy kistch me atrevería a decir. Y claro todos esos buscavidas te rebotan a ti cuando paseas por allí...

Otro aspecto interesante es que aquí sí se ve el turismo sexual. No es nada exagerado pero sí lo suficiente para ser patético. Vi varios cincuentones con jovencitas despampanantes paseando por el centro y en las playas aledanyas a la ciudad, y eso que no he estado mucho tiempo. Hay muchas chicas bonitas paseando pero más sospechosas que la relación entre Batman y Robin... Así que después de visitar el centro y las agobiantes playas de alrededor de la ciudad "escampé la boira".


Lo mejor de Cartagena fue un pibe que conocí en la universidad, Helber, que me hizo de guía desinteresado durante una manyana y me ilustró sobre muchas cosas de Cartagena. Resultó ser un tipo muy inteligente para lo joven que era. Así que esto y una salida con la gente de un albergue que parecía la ONU fue lo más interesante de Cartagena.
Me dejo para otra las excursiones a playas como "playa blanca" que sonaban bien y que no distaban mucho de allí, pero esa ciudad no me aguantaba más.
Sìntesis: una onda muy diferente la de Cartagena con la del resto de lugares que vengo visitando en Colombia.
Así que de allí para Santa Marta, a la playita de Taganga.
Saludicos companys!!!


Ojo con la propina sugerida que ya está cobrada!!!!



Las reinas de la belleza en un mosaico en Cartagena






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