martes, 25 de octubre de 2011

CRÓNICAS ETÍOPES VI






... después de pasar unos días en Lalibela de vuelta para Addis. Dos días de bus local, Lalibela-Dessie 13 horas, Dessie- Addis 13 horas más. Los dos días por unos seis euros. Excepcionalmente asequible, excepcionalmente lento. Otra característica etíope es que aquí no se viaja por las noches, el sol cae a las 19 y para entonces los buses ya tienen que descansar en la estación. Por seguridad dicen: animales que se cruzan, iluminación inexistente. Para recorrer 500 km tienes que viajar dos días enteros. La parte positiva de todo esto es que va tan lento que puedes disfrutar hasta la extenuación de uno de los mejores motivos del norte etíope: su paisaje.

De nuevo en el bus me reengancho con Pawel y Craig. Viajamos los tres hasta Addis, pernoctando una noche en Dessie. Noche de birras, of course.

De nuevo en Addis. No pretendía pasar de nuevo por la capital, ya que tengo que volver para abandonar el país, pero la estructura radial de las carreteras me lo impide. Como en el antiguo reino de España, cuando reinaba Paquito el chocolatero con forma de aceituna, que por cojones tenías que pasar sí o sí por madrid; pues aquí pasas por Addis.

La segunda vez que paras en un lugar ya no es lo mismo, todo te parece más familiar y te resulta más fácil moverte de un lugar a otro sin andarte peleando con todo el mundo.

Anécdota curiosa: paseando de noche por el centro, Piazza, se me acerca un pibe, de 20 años, y me pregunta que si soy gay. Me quedo perplejo. Can you repeat please? … Vamos, que me quería arrimar la cebolleta. Le digo que no que las cebollas me dan ardor, pero que tranquilo que cap problema, está todo bien. Me pareció interesante porque era el primer gay que conocía en Ethiopia. Los habrá, pero ya se cuidan de no ostentarlo públicamente. Le interrogué un poco sobre la vida de un gay en Addis. Jodido, muy jodido, me responde. Le pregunto si se atrevería a decirle a un local lo que me había dicho a mí: me molerían a palos (respuesta conocida). A todo esto el nen hacía comentarios muy graciosos, estaba más quemado que el palo de un churrero. Una conversación surrealista e inesperada en la capital africana. 2Algún día tienes que probar" me suelta, y yo le digo: no es que esté especialmente orgulloso de mi condición sexual heterosexual en este caso, cada uno tiene la suya y punto (si entrar ahora en condicionamientos culturales...) pero creo que esta ciudad es uno de los mejores lugares del mundo para serlo, heterosexual digo... Dix it.


Más curiosidades: 1) Se hablan 83 lenguas y 200 dialectos.
2)Aquí reino durante más de 40 años Haile Selassie, el Rey de Reyes. El último representante de la dinastía salomónida, que se remonta a más de 3000 años. Un gran cabronazo, pero grande grande (el que pueda leer “El emperador” se hará una idea del personaje) aunque muy pequeño de tamaño (tuvo un tipo sirviéndole durante todo su reinado cuyo cometido era ponerle un cojín debajo de la silla del trono para que no le quedaran los pies colgado. Tenía más de cuarenta cojines, cada uno para un momento diferente).
3)Ahora los mochileros más tirados ya viajan con portátil. En Addis me levanto y me encuentro a mis dos compañeros de habitación dándole al teclado. Something is changing.


Algo que quiero contar antes que se me olvide sobre el agua en Etiopía. Los omnipresentes recipientes amarillos que se ven por todo el territorio que no son otra cosa que los cubículos donde se recoge el agua. Siempre se han oído las historias de aquellos grandes corredores de fondo que de pequeños tenían que recorrer varios quilómetros para conseguir algo de agua (un periodista le preguntó al legendario Bikila: … ¿y cómo es que corres tanto?... y le responde: mire nosotros éramos diez hermanos y cuando íbamos a por agua al llegar la mesa estaba puesta y si llegabas el último o comías menos o no comías...
Pues esta tarea de acarrear con el agua sigue siendo exclusiva de las nin@s y las mujeres. En cada pueblo, en cada aldea por la que paso los veo portando esos recipientes de aldededor de 25 litros. Lo cogen a su espalda con un par de cinchas y a tirar millas. A veces llenan en un pozo, las menos, y otras aprovechan aguas naturales, o no tan “naturales” (he visto coger el agua, varias veces, de arroyuelos que pasan por el medio de los pueblos y que provienen de casa situadas más arriba.. escomo los indios de Varanasi que se lavan los dientes y se sumergen cada día en el agua del Ganges, no les pasa nada...).
No hay hombres haciendo esta tarea, únicamente niñ@s y mujeres.


Recuerdo una anécdota que me contaron sobre este tema: en muchas ocasiones esta tarea de recoger el agua era la única oportunidad que tenían las mujeres de estar solas y reunirse con sus amigas. Tenían su intimidad alejadas de las miradas de sus maridos. Podían explayarse. Al construir un pozo en el pueblo toda esta liturgia del agua se perdió y con ellos esos liberadores momentos. ¿Peor el remedio que la enfermedad? ¿Desarrollo? Puede que sí pero...













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