martes, 25 de octubre de 2011

CRÓNICAS ETÍOPES VII


Con el niño más increíble de Etiopía

 Recorrido todo el circuito norte, o gran parte de él, y saliendo de nuevo desde Addis, me despido de Pawel y Craig y marcho hacia el este al encuentro de Harar, la mítica ciudad musulmana. Una ciudad con una historia secular dentro de los caminos de áfrica y caracterizada por su religión islámica dentro de un país mayoritariamente cristiano (entre otras religiones).
Fue durante muchos siglos un cruce de caminos de las vías de comercio que salían al mar rojo, India y el Medio este. La construcción de una vía de tren, a finales del siglo XIX, desde Addis hasta Djibouti restó gran importancia a este enclave ya que realiza la parada en Dire Dawa, una ciudad vecina sita a 50 kilómetros.
Los hararíes tienen su propia identidad étnica, lenguaje y cultura que han mantenido a lo largo del tiempo. Curioso es que después de tanto tiempo siendo un "farangi" aquí al blanco se le llama "faranjo". Choca, si más no.
La ciudad ha perdido todo su esplendor aunque mantiene cierto encanto. Mezquitas aquí y allá, callejuelas empinadas, estrechas que hacen perder a uno la referencia. Un sol de justicia ha adornado los tres días que he andado por aquí.
Como viene siendo común en este país he vuelto a conocer a locales y la interrelación ha sido fructífera.

Harar es la tierra donde se cultiva el mejor chat; y eso se deja notar. Todas las calles dentro del recinto amurallado están llenas de hombres, mayoritariamente, tirados en el suelo y mascando pausadamente la hoja. Es muy peculiar. Compré de nuevo y me tiré al suelo con unos cuantos jóvenes que estaban masticando. Cómo no: me tocó ser el centro de atención y el  "blanco" de todas las preguntas. Alucinaban viéndome mascar chat. Pocos turistas por aquí, muy pocos. Alguno que hablaba mejor inglés me interrogaba acerca de mi viaje, mi trabajo (aquí los bomberos escasean) y sobre mis impresiones acerca del chat. Me decía que ellos estaban allí tirados sin hacer nada por que era imposible encontrar un curro y qué-coño-iban-a-hacer... que si en España era lo mismo... que de qué equipo era... que qué me parecían las hararíes... Una interesante plática con jóvenes hararíes. Los simpáticos etíopes.


Niños en Harar




Están todo el día mascando y por la tarde van todos, ya, con los ojos brillantes. Síntoma de haber estado consumiendo.
Las mujeres también consumen, he encontrado varias, pero en menor medida o, en todo caso, lo hacen mucho más a resguardo de la vista de los demás.
Ciudad conocida por su hienas que recorren partes de la misma por las noches. Desde mi habitación pude oir "la risa" de estas bestias mientras roían las basuras arrojadas al campo de fútbol situado justo debajo. Todo un show sonoro.
Hay un espéctaculo, tradición, donde un hombre da de comer a las hienas con su boca. Coge una ramita, pincha un trozo de carne y se lo ofrece a estos anímales. Llevan muchos años haciéndolo y hay escritos de hace varios siglos donde se recogen estas prácticas. Nada espectacular ya que las hienas están más "domesticadas" que los jabalíes de collserola (que van a comer cada día a la misma hora y al mismo sitio lo que ciertos humanos les dan, perdiendo su instinto animal...)




 De Harar, visita relámpago a Dire Dawa con una hararí que me hizo de guía, y de vuelta a Addis para cerrar el viaje. El trayecto lo hago en el "Selam bus" un autocar que utilizan los etíopes que disponen de algo más de efectivo. Nada que ver, mucho más cómodo pero incomparable con los buses locales, mucho más occidental, !mucho más impersonal!.

Llego nuevamente a Addis y !sorpresa! me encuentro con Pawel, y Craig, bebiendo una cerveza bien fría. ¿Pero qué coño haces aquí? le preguntó (me despedí de él camino de la estación de buses a las cinco de la mañana, y se bajaba para Nairobi a coger su avión de vuelta)... Al muy pájaro le habían afanado la cartera y el pasaporte en la estación de buses de Addis. Cómo buen pájaro que es llevaba la cartera y el pasaporte en el bolsillo del pantalón sin ningún tipo de filtro (ya botones, ya cremallera, ya bolsillo interior...) y algún choricillo había aprovechado la ocasión para cometer el latrocinio. Te pueden robar, es muy factible en cualquier lugar del mundo, pero no puedes dar esas facilidades. Suerte  que gestionar el nuevo pasaporte desde la capital es mucho más fácil y rápido que desde cualquier otro lugar del país. !!Es que este Pawel es la hostia!!...

Un reencuentro inesperado y grato,  faltaba más. El grupo que se formó en Axum reaparece varias un par de semanas después en la capital. Lo regamos con cerveza fría...

Último paso por Addis y última parada antes de volver a Barcelona. De nuevo recorriendo el centro, viendo caras conocidas, escribiendo los últimos retazos del viaje y respirando los último momentos de mi periplo africano.



!!!See you soon friends!!!



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