jueves, 3 de noviembre de 2011

CRÓNICAS CAMBOYANAS I




Bon dia companys!!

Benvinguts a Camboya, un país de 15 millones de habitantes, con su capital sita en Phonm Penh, una moneda llamada riel y que se cambia a 4000 por cada dólar,  idioma jemer,  siete horas más que el meridiano de Greenwich y al parecer según los estudios uno de los países más corruptos del mundo. Tiene frontera con Tailandia, Laos y Vietnam. Conocido también por sus funestas guerras y posterior dictadura de los Jemeres Rojos a la orden del sanguinario Pol Pot (se estima que murieron 1,7 millones de personas en los cuatro años de gobierno).  La gran mayoría de los camboyanos, el 95%, siguen la rama del budhismo theravada, aunque el hinduismo está incrustado en la teología, con un simbolismo evidente en las ceremonias y estatuas.


La entrada a Camboya sin más problemas, a parte de esperar varias horas sin aparente motivo en la frontera. Pero nada extraño por estos lares donde todo funciona como funciona.
El visado es "on arrival" y son 20 pavos. Pavos de verdad, esto es, dólares.

La primera anécdota se da cuando me bajo en la capital para sacar algo de guita y voy al cajero.  Empiezo a teclear y justo cuando le iba a dar al sí se me enciende una lucecita y veo que las cantidades no tienen mucho sentido, hablando en moneda local. Hacía muchos años que el cajero no me expedía dólares, siempre expiden la moneda local. Aquí no, en Camboya los cajeros te dan dólares. Así que en el último momento me di cuenta y volví a recalcular la operación, de otra manera hubiera llevado un pastizal encima (entre los seiscientos que estuve a punto de sacar y los 300 que siempre llevo escondidos por si me afanan y me dejan en tanga, hubiera llevado pasta para pasar unos meses por aquí...) Esto me vale para explicar la dualidad de moneda que se da: se puede pagar tanto en rieles como en dólares, indistintamente. Puedes pagar en dólares y te devuelven el cambio en rieles y "verciversa" (como dice un amiguito mío)
La primera impresión que te da Camboya es que hay más pobreza y más desigualdad que en el resto de los países del sudeste. Aquí se ven muchos más mendigos, entre ellos niños, y muchos más cochazos. Se percibe esa diferencia sólo con pasear un ratito por la capital. Luego la seguiré viendo por otros lugares del país.

Salgo de inmediato para Sihanoukville, un lugar costero del sur. Nada más aterrizar ya te das cuenta de dónde estás: una bonita playa que tiene una mezcla entre estos fiesteros del sudeste asiático y los ubicuos puteros. Aquí le pegas una patada a una piedra y te sale un cincuentón baboso. Aunque te puede salir algún veinteañero, que los hay y muchos. Estoy muy, muy, muy harto, cansado de todo este rollo putero del juego del amor barato. Ya colmé el vaso hace tiempo y estoy más quemado que los asientos del Challenger. Salí a tomar una birrita la primera noche y lo mismo de siempre, niñas preciosas por doquier  y, algunas, muy jovencitas. Demasiado. Y alrededor el ejército de Mordor, a los que se les sigue fácil la pista por el arco iris que dejan en el suelo mientras se arrastran. Finito, decido pirarme para una isla a probar suerte.
Llego a Koh Rong Saloem, sin saber muy bien a dónde iba, y !zas! triunfada. Una playa de ensueño, aguas  límpidas de color turquesa y arena blanca inmaculada. Ocho o nueve cabañitas muy precarias y un mini pueblo de unas diez casitas. Eso es todo lo que hay aquí. Brutal, sin lugar a dudas uno de los lugares más tranquilos que he visitado. La corriente la da un generador desde las siete de la tarde y la ducha es un cubo lleno de agua dulce. Un pequeñito restaurante y c´est finit. Nada que hacer aquí aparte de relajarse y disfrutar de la playa, tomar el sol y leer como un poseso. Tuve la suerte que la gente de las otras cabañas no eran turistas sexuales y vivían muy relajados entre bañitos y libros. Excelente lugar para descansar y cargar pilas.





Volviendo de la isla nos dejaron tirados en otra parte de las misma diciendo que vendría un bote a buscarnos y tal y tal. Tararí que te vi, rien de rien. Tuvimos, éramos 8 ó 9, que montarnos en un barco de buceo que regresaba después de hacer un par de inmersiones. Allí conocí a Javi un instructor  que me explicó una curiosa historia que ejemplifica muy bien cómo funcionan las cosas: llega un tipo desde Vietnam viajando con una scooter que se había pillado y en Sihanoukville se la vende a uno de los del buceo. Éste se la compra pero no tiene ni papeles ni seguro ni la etiqueta de anís del mono. Un día lo para la policía y el pibe ya piensa que va a palmar: entonces el madero le pone una multa de 0, 75 dólares por ir sin casco; 0,75 por no tener papeles y 0,75 por no tener seguro. Así que la multa son dos dólares y pico... !para qué coño te vas a molestar en sacar papeles y seguro entonces!  This is Cambodia.




Curiosidades:
1) que te sirvan un buen mojito en el sudeste de asia es más difícil que ver un repartidor de Telepizza parado en un semáforo.

2)Hay muchos puestos de peces comepieles, Doctor Fish como les dicen por aquí.  Metes los piececicos en una pecera enorme y te viene mogollón de ellos a comerte los pinreles. Se me ha pelado la planta de los pies por correr en la playa y usar las bambas gore-tex y tenía más pieles que en la curtiduría de Fez. Se pegaron un festín impresionante. Muy gracioso y muy guiri.




Los camboyanos son gente amable que reponden a una sonrisa con otra sonrisa. Cap problema el moverte, es sencillo y muy seguro aunque no rápido.

No aguanto más en el lugar y decido moverme. Estoy hasta la polla de estos fiesteros descendendientes de los que poblablan lloret y calella en los ochenta. Son la misma cosa pero veinte años después y miles de kilómetros ha. A esta gente le importa una mierda la cultura, la lengua y las costumbres del lugar, lo único que necesitan es una buena estufada o, en todo caso, una buena y dócil asiática con la que jugar a los enamorados.

De Sihanoukville para Battambang. Vaya toalla con los nombrecitos eh. Subo expresamente a este último para subir desde allí en barco hasta Siem Riep, lugar del Angkor Wat. Varias personas me han aconsejado hacerlo y no dudo en seguir su consejo, lo que a posteriori ya puedo decir que valió la pena.


 



El viajito en barco, nueve horas, vale realmente la pena. Dicen que es el más bonito que se puede hacer por Camboya, y probablemente lo sea. Es magnífico por lo cambiante y lo bucólico: desde poblados flotantes hasta meandros imposibles pasando por partes en las que el río es un tapiz de nenúfares, sin espacio para el agua. Muito bonito como dirían los brasileiros.





Apali amics, bon any a tothom i a totdon.




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