jueves, 3 de noviembre de 2011

CRÓNICAS LAOSIANAS I

En una aldea de montaña en Laos

Buenas desde Laos!!! Laos, la tierra del millón de elefantes. Capital: Vientián. Idiomas: lao y las lenguas de las minorías étnicas. Sistema comunista (lo que queda de ello).  Moneda denomidada KIP y que se cambia a, plus minusve, 10.000 por cada euro. Población de siete millones y hora local de siete más que el meridiano de Greenwich. Limita con Tailandia, Vietnam, Camboya y China. Formaba parte de la antigua Indochina, con su capital Luang Prabang y está dentro de la lista de los veinte países más "pobres" del mundo. 

El territorio actual de Laos perteneció al reino de Lan Xang entre los siglos XIV y XVIIII. Tras el periodo colonial, en el que el país fue colonia francesa, consiguió la independencia en 1949. Tras la independencia se produjo una guerra civil que terminó en 1975 con el ascenso al poder de los comunistas del Phatet Lao

La frontera con Tailandia es sencilla de cruzar y con cierto misticismo: se ha de cruzar el Mekong. Se pagan 35 euros, se da una fotito carné y te ponen este visado-pegatina que tan de moda está (y que tanto daño está haciendo a mi bolsillo...). El primer lugar que has de pisar desde esta frontera es Houay Xay, a partir de aquí ya eliges destino. Decido marchar hacia el norte para realizar un trekking en el Parque Nacional de Nam Ha, desde Lam Nam Tha. Quedan unas buenas horas de viaje hasta allí...

Hay dos maneras, sin contar aviones ni pollas en vinagre, de moverse en Laos: en transporte local y en unas omnipresentes furgonetas. La diferencia de precios entre una y otra es irrisoria por lo que al final casi siempre he acabado decantándome por la fregonetas. Las estaciones de buses suelen estar fueras de los núcleos y tienes que pillar un tuk-tuk o lo que sea para llegar hasta allí, esto incrementa el precio hasta igualar a las furgos que salen desde las puertas de las agencias.

Después de respirar el ambiente y ver lo que se cuece en Lam Nam Tha decido hacer un trekking de dos días. El precio es de unos 25 euros, 250.000 kip, por jornada all included. Un grupo de ocho personas con una pareja de españoles recién salidos del Coronel Tapioca, con gorro incluído (y no hablo en sentido literal). No obstante, buena gente. Habían contratado todo desde los madriles y les había costado una pasta, harto más que si lo contratas in situ. Y "harto más" no son seiscientos o setecientos euros más, es bastante bastante más... Pero ellos van con la "seguridad" de tenerlo todo atado y de que les van a buscar a los lugares con una tarjetita con su nombre inscrito ;)





Guía en el primera pueblo

Métele nen, métele...














En el grupo iba un camionero londinense que me volvió loco. El tipo hablaba un inglés imposible para mí, una especie de inglés taleguero y no entendía nada de nada (para más inri tenía como una mini apoplegia en la boca y no la movía casi nada) . Cada vez que me se me acercaba temblaba por que me decía algo y se me quedaba mirando esperando las respuesta; la que yo articulaba, como mejor podía, con las tres o cuatro palabras que entendía de toda la frase. Un tipo simpático, pero coño... Acabé dándome cuenta que el único que le entendía "algo" era un australiano, por que la suiza y el alemán flipaban casi al mismo punto que yo, sorry?, what? eran las coletillas al hablar con él.
El trekking está bien, pero nada del otro jueves. El primer día discurre entre arrozales y bosque y el segundo (y la parte más interesante) por un bosque primario del parque natural. Vegetación exuberante en este segundo día.

La noche la pasas en un poblado de los Lan tan. Una de las varias etnias que habitan el norte de Laos. Van a su puta bola y pasan de ti (aunque ponen coca-colas en la puerta de la choza por si quieres comprar...). Lo más destacado: al final de la cena (donde probé el lao lao, whiskey laosiano de arroz y no que no se parece mucho al Mc Callan) pudimos conversar con unos de los ancianos del poblado y hacerle todo tipo de preguntas (mediante el guía lao, of course) desde la antigüedad del asentamiento pasando por religión (animistas) y asuntos más banales. Interesante la charla, sin duda.


Bosque primario laosiano

CURIOSIDADES:
1) justo antes de iniciar el trekk pierdo el frontal, como viene siendo costumbre últimamente. Anduve buscando algo parecido por el pueblo y al final encontré uno chino que no tiene desperdicio: un frontal del tamaño de una naranja que se carga con corriente. Parece sacado de un museo de la minería; pero por dos euros no le iremos a buscar los tres pies al gato.
2) La "beerlao" es la típica de estos parajes. Se sirve en botellas de 640ml y es de una calidad más que aceptable. Beer lao bien fría por favor.


Así se sirve el stick rice


3) 1 litro de gasolina ronda los 1,25 euros.
4) Los laosianos tienen la uña meñique larga para limpiarse las orejas de cera, o de lo que sea. Pero no es así para los escolares
5) El lao y el tai son muy similares y los laosianos sintonizan los canales tai en sus televisores.

Viajando por Laos te encuentras vehículos y materiales muy antiguos, coches y motos destartalados  que tienen más años que los rodapiés de la cueva de Altamira etc etc Incluso en los ríos los pescadores llevan aquellas gafas de buceo que utilizábamos en la primeros ochenta, todas negras y con el cristal enorme, esas que salen en los primeros vídeos de Cousteau. Lo retro vuelve amigos ;)

Aquí existen dos variedades de arroz: el stim rice y el stick rice. El stim rice es el mismo tipo que utilizamos nosotros y el stick es otra variedad que se cultiva en las montañas. Se sirve en una bola metida en un recipiente de bambú. Es muy curioso por que la primera impresión es que es arroz pasado o que se ha pegado, ya que la bola es una bola compacta y que tienes que partir con las manos. Se te hace una bola en la boca. Pero pasada la primera impresión descubres otro arroz muuy diferente y que me ha acabado enganchando. Stick rice todos los días, y es que me encanta comer con las manos. El stick rice se suele servir con algo más, ya patata ya vegetales ya pollo, vas pillando un poco de arroz y lo mezclas. Delicious.


Stick rice

Los laosianos son respetuosos y van a su aire, no agobian ni interactúan con el foráneo si este no da el primer paso. No hay complejo de Bradd Pitt por estos lares, no hay presión. Tampoco las tongadas son muy grandes ni intentan metértela doblada, si te la meten es sólo la puntita. No intentan sangrarte ni se piensan que eres gilipollas, hinchan un poquito el precio (eso seguro) pero poco más. Los niños suelen  ser tímidos, comparado con otras regiones.

De Luam Nam Tha salgo de nuevo para Houay Xay, a probar suerte y ver si tengo sitio para realizar una especie de trekking que se llama "the gibbon experience" y que consiste en una mezcla entre caminatas y tirolinas a más de doscientos metros del suelo. Se pernocta en casas contruidas en los árboles, a unos sesenta metro. Es muy famoso entre los mochileros, así que lo tengo crudo por hay lista de espera. Y no pienso esperar. Efectivamente, "sólo" tengo una espera de 3 días (si vas en grupo son seis), lo que es mucho para mí. No me apetece estar tres días en el pueblo fronterizo con poco que hacer. No es un lugar para quedarse. Esto y el precio (217 euros, que me parece una barbaridad) me llevan a pillar el bote de dos días hasta Luang Prabang. En teoría la "gibbon experience" destina gran parte de los recursos a la recuperación del gibón, pero qui lo sa. Lo único que averigüe es que los guías locales no participar mucho de los beneficios... Así que me quedo con lo que me han contado y con las ganas de pasar unas noches en una casita arborícola.

Bote lento hasta Luang Prabang, dos días con pernocta en Pak Beng. Nada más iniciar el viaje conozco a Molly con la que aún estoy viajando al redactar estas letras, dos semanas después (es de Chicago, abogada y ex jugadora profesional de hockey hierba). Una pasada de mujer.

Zlatko,  Steve, Molly,  Yari...
En el barco se formó un grupo curioso con el que tendría que compartir muchas horas y muchas risas en los siguientes días (rollo ONU: estadounidenses, austriacos, italiano, portuguesas). Los más personajes: Zlatko y Goran, dos cuarentones serbios con más tablas que el somier de Pavarotti. Escritores, periodistas, director de teatro y director de cine, entre otras cosas. Vaya dos pedazos de personajes, la virgen santa. Irrumpieron en el bote haciendo fotos a la peña, al careto directo, pero sin cortarse ni un pelo. Acabaron sentados justo detrás nuestro... La bomba, son la bomba. Zlatko lleva diecisiete años en Londres donde llego como deportado durante la guerra serbo-croata. Aún así, mantiene un acento asombrosamente fuerte y oírlo hablar es un descojone constante. A esto hay que añadirle un natural sardónico que, en ocasiones, cuesta seguir por la mezcolanza de idiomas. Buenas charlas y muy buenas risas con estos personajes, muy auténticos. Pese a todo  falta tiempo y oportunidades para profundizar con ellos; estaban muy ocupados intentando procurarse compañía, cosa que comprendo perfectamente (encontrarte a Zlatko en tu habitación a las dos de la mañana por que no encuentra su hotel y no tiene ni puñetera idea de dónde está es una imagen que no se olvida...)








El descenso por el todopoderoso Mekong es un periplo mirífico. En este caso, el medio, en bote lento, es de por sí el atractivo de estas dos jornadas. Aconsejable para cualquier mortal que disfrute con los ríos. Y es que el Mekong es mucho Mekong (con música de fondo y buscando al Coronel Kurtz, sitiéndote un poco Charlie Sheen)

El segundo día, Molly y el menda nos bajamos in the middle of nowhere y tiramos para un lugar donde las calles no tiene nombre.

Besos!!!!



Descenso del Mekong

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