jueves, 3 de noviembre de 2011

CRÓNICAS VIETNAMITAS I





Xin chao!! (hola en vietnamita). Muy parecido al Ni hao chino...

La última crónica la acabé pillando el sleeping-bus para Hanoi, de 27 horas. Pues bien, llegamos a la frontera laosiana, presentamos el pasaporte y todo bien. Cap problema. Tienes que pagar un dólar, o el equivalente en kip, a la salida del país y Molly les dejó la pasta a un par  de pájaros, típicos tubers de Van vieng, que se presentan en una frontera sin un chavo, ni dólar ni nada.
Pasamos frontera y seguimos andando hasta el borde vietnamita. 500 metros plus minusve. Nos hacen sacar todos los bártulos del autocar para pasarlos por el escáner, etc etc. Presentamos todos el pasaporte (éramos unos 15 guiris y 8 locales) y esperamos. Van entregando pasaportes a medida que van comprobando la visa, cap problema. Me entregan el mío. Cap problema. Van entregando a todo el mundo. Cap problema. A todo el mundo menos a Molly. Problema.
Acaban con todos los passports y el de Molly se lo empiezan a mirar y a mirar y a mirar pero sin decirnos una palabra. Pasan unos diez minutos y todo el mundo se pira para el bus. El madero no nos dice nada, se limita a observar el pasaporte una y otra vez. Le pregunto a Molly si ha tenido alguna movida alguna vez (es estadounidense pero para viajar utiliza uno irlandés por que también tiene la nacionalidad ya que estuvo jugando a hockey profesionalmente). Me dice que en Nepal, pero poca cosa. La historia es que el pasaporte tiene dos números y no queda muy claro cual es número del mismo y qué coño es el otro. Molly sacó la visa para Vietnam en Luang Prabang, cap problema. Al parecer el número de la visa es justo el que el madero piensa que no es el número del pasaporte, pero todo esto lo suponemos nosotros por que él no habla ni jota de inglés ni hace nada por intentarlo. Molly empieza a flipar un poco, ya íbamos para media hora, y entonces comienza el surrealismo. El tipo le pregunta, con un par de palabras sueltas poco más que ininteligibles, que le describa el itinerario que siguió desde que salió de Chicago hace un par de meses. Lo escribe. El notas sigue mirando y mirando sin decir nada. Pilla el móvil y llama. Habla. Cuelga. Vuelve a mirar. Le vuelve a pedir que escriba el itinerario otra vez, sin decir una palabra. Vuelve a mirar. Vuelve a llamar. Pasa de nosotros, ni nos mira. Llevamos como 45 minutos y no queda nadie, voy mirando al bus que está a unos doscientos metros. El ayudante del chófer viene y nos ve allí con los trámites, él hace-no-sé-que-otro trámite pero tampoco nos dice nada. Se pira. El madero coge una hoja, dibuja un coche y le pregunta si cruza la frontera así !dibujando un coche de mierda! Pues claro que cruzamos la frontera en bus sino en qué coño la vamos a cruzar pedazo de hijo de puta. Esto lo pienso pero no se lo digo, claro está. No me puedo creer que haya dibujado un coche para decir si hemos cruzado así la frontera. Se levanta y se pira. Sin decir nada. Sale a fuera a fumarse un piti. Será hijo de la gran puta. El ayudante viene con una hoja y una frase escrita en inglés: wait, wait, later. Call... Algo así. Voy mirando el bus, sigue ahí. Voy mirando al bus, no sigue ahí. SE HA PIRADO. Tal cual.

El bus se marchó y nadie de los que iban a bordo, por supuesto tampoco los extranjeros, se dignó a bajar y preguntar si estaba todo bien o si necesitábamos algún tipo de ayuda. Para flipar. Se piró y nos dejaron colgados en medio de una frontera dónde no había nada, sólo el control policial y punto. Dudo si viajábamos en un bus de personas o en un tranporte de cerdos, por que más que un grupo de gente eran una piara. Flipé. Vaya toalla. Hay que tener muy poca dignidad para dejar colgadas a dos personas en una frontera, así sin más. Cómo mínimo baja, pregunta si necesitamos algo y avisa que el bus se pira por que probablemente al conductor los dos guiris que estamos en la frontera le sudamos la polla y lo único que quiere es llegar a su puta casa... pero a los que están viajando con mochila les debería dar un poco de vergüenza. Pues ni eso, ni los que pasaron la frontera anterior gracias a la guita de Molly. Para más inri me había dejado enganchado el reloj en el asiento. Bye bye. Au revoir. Eso sí, la vida da muchas vueltas y a cada cerdo le llega su San Martín, no?


A cada cerdo... ;)

Molly estaba de los nervios y yo empecé a recordar las movidas acontecidas en algunas fronteras del mundo mundial, que han sido dos: una en cuba en el 2000 y otra en Perú en 2002. En la de Cuba me hicieron esperar, con otros dos colegas, durante un montón de horas hasta que se acabaron todos los vuelos de ese día. Sin mediar una palabra. Entonces, cuando ya no quedaba nadie por pasar, nos dejaron a nosotros. Sin ninguna explicación. Además viajábamos con una colombiana que pasó la primera y que flipó al ver que nosotros no apareciamos en varias horas. Nunca supimos que pasó pero estaba relacionado con ser la segunda entrada al país y probablemente algo de pasta... La que tuve en Perú fue más decisiva y al final una policía de migraciones me dejó pasar con mi pedazo de salvoconducto, una hoja Din A4 que decía "A quién dice ser y dice llamarse Francisco José González...", después de denegarme el acceso y soltarle yo, en un minuto, la movida del robo que sufrí, en Cuzco, por tres hijos de puta que me dieron la del pulpo, la del atún y me asfixiaron hasta perder la conciencia. Le enseñé los hematomas del cuello que aún pasadas dos semanas seguía teniendo. Al final también me dejó pasar gracias a su propia potestad. Y esta era mi esperanza que al final  nos dejaran pasar... de lo contrario tocaba volver a Vientian y pasar dos días más y volver a pagar dos visas y eso hubieran sido alrededor de 200 euros, sino más, por barba. Bueno mi barba y la cara de Molly ;)

Sigo. El madero hijo de puta vuelve a entrar y vuelve a pedirle el itinerario. No me lo creo. Es la tercera vez. Ella de los nervios ya, empieza a mirar papeles y en uno de esos está un vuelo de los primeros que hizo. Le entrega el papel por entregarle algo por que nada tiene sentido. Justo se lo entrega y me dice: puf, en ese vuelo utilicé el pasaporte estadounidense y está el número de ése otro. Cágate Pedrín. Más números, por si no había lío con los otros dos. Está nerviosa y paso de decirle que menudo cagadónnnnnnnnnnnnnnn. El pibe mira los papeles y ni se empana del cambio de número. Es un cenutrio integral. Pero tiene el poder, que le vamos a hacer. Suele pasar con los que mandan.

Le digo a Molly que el autobús se ha pirado más rápido que el cartero del correcaminos. Bip, bip. Ha pasado como una hora y media de surrealismo daliniano sudesteasiático. Le digo que esto le pasa por ser nacional de un país que se dedica a empezar guerras cuando le place y dónde le place. Un poco de ironía para rebajar tensión.

Sigue mirando el pasaporte y comprobando. A todo esto, se me olvida decir, que cada veinte minutos me pedía el mío que ya estaba sellado y todo en regla. Pero me lo pedía y me lo pedía, más absurdo que Espinete que se pegaba todo el día en bolas y para dormir se ponía el pijama. ... ... ... ... ... ...
En una de éstas, sale del cubículo, viene hacia nosotros, le da el pasaporte a Molly y nos dice: Sorry, sorry. Sorry, sorry. Sorry, sorry tu puta madre nen. Y nos señala la salida. Circunspecto me quedo. Cariacontecido estoy. Perplejo respiro.  Salimos fuera, ya en Vietnam, pero claro el autobús no está. El madero joputa nos acompaña a una barrera que hay con dos maderos más. Les presentamos el pasaporte. OK. El madero cabrón nos dice: ¿Hanoi? Sí, le digo, y llama a un tipo que estaba allí con una fregoneta. Hanoi, le digo, How much? (me dice que él nos lleva hasta Vinh, y de allí tengo que cambiar a otro bus. A Vinh hay una hora o menos...) se miran él y el madero joputa y me dice: 50 dólares. Tú debes haber fumado opio en pipa nen, lo llevas claro. Le digo a Molly que ni hablar, que cincuenta pavos ni hablar. Encima de cornudos apaleados. Una polla. Le pregunto si tiramos caminando por la carretera y hacemos autostop o ya veremos dónde acabamos, pero que 50 dólares no les pagamos a esos hijos de puta, no se lo creen ni ellos. Hacemos amago de movernos y me dice, how much, how much? (jumach jumach) Le escribo 15 pavos por los dos. Dice que no. Amago de movimiento otra vez. Me escribe él: 20 $. Ok, hijos de la gran puta. Vámonos de esta puta frontera. Así conseguimos salir de aquella infecta frontera...

La furgoneta nos lleva hasta Vinh. Algo muy curioso durante el viaje: se sube una vieja con un montón de guita en la mano. Un montón de fajos de billetes (no calculaba muy bien la pasta que era por que acababa de entrar y no dominaba el cambio del dong, pero ahora que escribo esto unos días más tarde me doy cuenta de la cantidad de pasta que era aquello). Mucha, mucha, mucha guita (en pesetas eran muchos quilos a buen seguro) Cada cuarto de horta el bus paraba y aparecía alguien que recogía un fajo... Todo más sospechoso que una visita de Jessica Fletcher por navidad.

En Vihn toca cambiar de nuevo. Salimos del bus y en la misma calle ya teniamos varias ofertas para Hanoi. Pillamos una de las primeras que salieron y para la capital. Estábamos rotos, deseando caernos para estar tumbados.
Después de 35 horas de viaje, sustos y  contratiempos conseguimos llegar a la caótica Hanoi. Hanoiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!
Os cuento en la siguiente...

Muackssss



!!!qué grande es este taxista!!!




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