Agosto, mañana de infernal calor. La canícula aprieta y más con el disfraz de bombero. Alarma: auxili persona, tanc lleuger y ambulància.
Nos dirigimos a la Pau, al ladito de la Mina. Al parecer hay una pareja encerrada en un piso que al parecer han sido encerrados por un al parecer paquistaní que habían acogido al parecer la noche anterior. En bomberos, la mitad o tres cuartas partes de la información que recibes es "al parecer". Todos los "al parecer" se acaban diluyendo cuando llegas al lugar, pero claro, tienes que llegar, al parecer. Aunque luego casi siempre parece otra cosa.
Un décimo, y no me refiero al que viene después del diez ni a los de la lotería, piso. El ascensor no va, manda cojones, como no mete calda. Eolo no respira ni este barrio ni en esta mañana. Llegamos a la puerta, está destrozada. Al parecer no es la primera vez que pasan cosas extrañas en esta finca. Un pedazo de Bujero en la puerta que LO flipas. Al otro lado se oyen las voces de los inquilinos. Todo apunta a lo que apunta, a estas cosas "raras" y personajes extraños que se ven en este laburo. Los vecinos ya asomando el hocico y diciendo que si la gorda esa está loca, que si no está bien de la cabeza, que si no para de dar por el culo. La típica sinceridad de los barrios obreros...
Probamos a abrir con maceta y escarpa forzando el cierre, no hay huevos. Como la puerta está más que destrozada para qué vamos a subir las pinzas hidráulicas si vamos a joder el marco y lo que no es el marco. Probamos con unas patadicas a lo kárate kiokusinkay, unas cuántas el Richart y unas cuántas el menda. Pim, pam, pum, bocadillo de atún. Desde el otro lado de la puerta se oye una voz estruendosa, acojonante: DALE MÁS FUERTE, DALE MÁS FUERTE, MÁS MÁS MÁS. Al final se abre. Comienza el espectáculo. Detrás de la puerta aparecen dos personajes: una mujer de unos 50 años, grande, enorme, gordísima, con una cabeza para siete cuellos, el pelo con más aceite que la cooperativa de Hojiblanca y sudando hasta lo indecible, un charco en el suelo con Michael Phelps nadando los cien mariposa. Exagerado. Vestida en camisón, un camisón completamente pegado al cuerpo, un cuerpo enorme, orondo y sudado. Detrás un hombre de similar edad pero un cuarto de su tamaño, líbido, seco, con menos luz que el castillo de Drácula y acojonadico ahí, sin decir ná de ná. La mujer empieza a chillar, no hablaba, todo en ella con la fuerza de los siete mares, que si el puto paqui los había dejado encerrado que si lo pilla lo mata, que lo mata a ese hijo de la gran puta que-si-no-sé-qué-no-sé-cuántos.
De golpe me suelta: ¿tú como te llamas? Fran, ¿y tú? Sergi. Acojonados los dos, y eso que si sumamos pesos andamos cerca de los doscientos quilos, pero ésta nos pilla sola y nos revienta. Yo también hubiera roto la puerta eh, que tengo mucha fuerza, dice, y me da un manotazo sudado en el brazo a modo de prueba . No si ya lo sé señora, ya lo sé... El caporal pilla los datos. Vamos recogiendo los bártulos y nos vamos yendo. Baja el caporal, luego el Richart y yo me quedo el último. De golpe, ya en el rellano donde su alaridos aún reverberaban más, la piba se me acerca por detrás con todo su enorme cuerpo y me chilla al oído: "PUES MUY BIEN FRAN, NOS VEMOS EN MCDONALDSSSSSSSSSSSSSSSSS UNA TARDE DE ESTAS, Y SI NO TE GUSTA PUES EN EL KENTUCKY JA JA JA JA JA JA JA"... Richart tira "pabajo" y no mires atrás que como nos coja la menda nos parte el orto y estamos dos meses comiendo guisantes atados con seda dental...
Ni me quiero imaginar lo que le podía llegar a hacer a su pareja...
;)
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